Mario Molina Hernández, pionero a nivel mundial de la química atmosférica. Predijo el adelgazamiento de la capa de ozono a consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales (CFCs), lo que en 1995 le mereció el Premio Nobel de Química. Gracias a sus investigaciones, la ONU emitió el Protocolo de Montreal, primer tratado internacional que abordó con gran acierto este problema ambiental a nivel mundial.
De generación en generación surgen personajes, cuya actuación sabia y atinada suele guiar a la humanidad hacia un mejor destino. Mario Molina fue uno de ellos, al preservar el manto de ozono que aísla los rayos ultravioletas producidos por el sol, que de recibirlos de forma directa, se convierte en terrible amenaza para la humanidad.
Tuve el honor de entrevistarlo cuando conducía el programa “Más que una Historia” en el Canal del PJF, ahora “Justicia TV”. Fue maravilloso conocer su ejemplo de vida.
Estudió la carrera de Química en la UNAM y el posgrado, Doctorado y posdoctorado en las Universidades de Friburgo, Alemania, y Berkeley, California, EU. Fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), UNAM, Irvine de California, EU, y del Laboratorio de Propulsión a Chorro del Instituto Tecnológico de California (CALTECH).
En 1973, en Berkeley se unió al equipo de investigación del profesor Serwood Rowland (Sherry). Momento en el que determinaron estudiar la ciencia aplicada a los problemas de la sociedad y sus requerimientos, enfocándose al estudio de la atmósfera.
La comunidad científica tenía planteada una pregunta no resuelta, ¿qué pasaba con ciertos compuestos industriales no naturales que se acumulaban en la atmósfera, los clorofluorocarbones (CFCs)?
Los CFCs se inventaron a principios del siglo pasado para usarse en la industria de la refrigeración. Líquidos que, condensados mediante un motor eléctrico, producían refrigerantes. Pero, estos líquidos funcionaban con compuestos peligrosos como el amoniaco, por lo que fueron sustituidos por otros muy estables, con componentes no tóxicos, que tuvieron un gran éxito, sobre todo cuando se descubrió que podían ser envasados en latas de aerosol, su producción se generó en grandes cantidades en diversos países del mundo.
Al responder a la pregunta de ¿qué pasa con estos compuestos en la atmósfera?, la respuesta convencional fue: son tan estables que no pasa nada.
Sin embargo, el equipo de investigación del Dr. Molina llegó a una conclusión distinta. Los CFCs, aunque lentamente, llegan a la estratósfera y en la descomposición de algunos componentes iniciaron el rompimiento de la capa de ozono. Esta fue la hipótesis planteada a la comunidad científica. Fue aceptada lenta y paulatinamente, con la ayuda de las Academias de Ciencias. Pero el detonante para su aceptación fue el descubrimiento del agujero en la capa de ozono en la Antártida producido por estas partículas.
El impacto social fue tal, que la ONU emitió el Protocolo de Montreal y prohibió la producción de estos productos. Gracias a lo cual, la capa de ozono se recupera, monitoreada continuamente.
Este estudio realizado por el equipo de Mario Molina Hernández fue altamente reconocido a nivel internacional, pues prácticamente salvaron la existencia de la humanidad. Sólo por mencionar algunos de sus múltiples galardones: Premio Nobel de Química 1995; Sasakawa, ONU 1999; Tyler 1983; Medalla Presidencial de La Libertad de EU 2013; NASA 1989; más de 40 Doctorados Honoris Causa y un Edificio de la UNAM lleva su nombre, dedicado a la investigación del medio ambiente y el cambio climático.
Descanse en paz este mexicano universal.
Ministra en Retiro de la SCJN. min.mblr@gmail.com @margaritablunar