Sonó con melancolía el reloj que marcó el punto final de la existencia de un admirado y respetado jurista, gran compañero y querido amigo, el Ministro en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Don Sergio Salvador Aguirre Anguiano. Se fue, con esa paz que tienen los hombres justos, en cabal tranquilidad espiritual. La nostalgia de su partida gravita en ese músculo del cuerpo llamado corazón.

Don Sergio, al concluir como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tuvo conmigo la gran deferencia de pedirme le pronunciara el discurso de despedida, lo cual para mí significó un gran honor, que realicé con el mayor de los afectos y del que ahora retomo algunos aspectos.

A los 17 años de edad, a punto de terminar la preparatoria, Don Sergio y su hermano mayor, conscientes de que debían estudiar una carrera, pero no teniendo certeza de la vocación y después de examinar físicamente el entorno de las posibles, acudieron a un Tribunal y una voz interna les dijo: esto es lo suyo y se hicieron abogados.

Don Sergio fue un extraordinario abogado litigante, con gran sentido de la ética y la responsabilidad. Se dedicó fundamentalmente a las materias Penal y Civil. En el Estado de Jalisco el Litigio y el Notariado son compatibles, motivo por el cual, a los 31 años fue designado el Notario No 24 de Guadalajara. El Colegio de Notarios, sus pares en esta área del derecho, lo consideraron merecedor de la Medalla “Miguel Hidalgo”. Reconocimiento que aceptó con muchas reticencias, pues durante su vida profesional siempre rechazó cualquier premiación.

Otra faceta importante de la carrera profesional fue su vocación por la docencia, labor a la que dedicó gran parte de su vida, impartiendo la clase de Derecho Penal en la Universidad Panamericana de Guadalajara, además de que dictó un sin número de conferencias en diversos foros, seminarios y congresos, nacionales e internacionales.

Con motivo de la Reforma Constitucional de diciembre de 1994, por virtud de la cual la Suprema Corte cambió a su actual estructura, Don Sergio fue designado Ministro del Máximo Tribunal del país, cargo que asumió con toda dignidad, durante casi 18 años. Fue adscrito a la 2ª. Sala, de la que fue presidente, en dos ocasiones: 1998-1999 y 2010-2011.

En 2004, tuve la distinción de formar parte de ese cuerpo colegiado y también fui adscrita a la 2ª. Sala, donde tuve el privilegio de tenerlo por compañero. La convivencia de 4 de 5 días hábiles a la semana, su carácter inteligente y agradable, permitió el surgimiento de una hermosa amistad.

Don Sergio perdura en mi recuerdo, como el caballero corpulento; de altura extraordinaria, tanto personal como profesional; de firme convicción, siempre congruente con su actuación; del jurista conocedor y estudioso; del hombre con una gran cultura general y jurídica, poseedor de una expresión oral y escrita con un léxico florido, espontáneo y elegante. Un deleite escuchar sus vehementes intervenciones en el Pleno y en la Sala, plasmadas de reflexiones apoteóticas, aterrizadas en ejemplos reales, con una adecuada dosis de buen humor.

Del extraordinario ser humano, que nunca perdió su acento jalisciense y bonachón; de alma sencilla y generosa; del poseedor de un paladar exquisito y refinado, con quien compartir los alimentos se convertía en un gran placer; del compañero amable, caballeroso y solidario; de comentario sincero, directo y sin ambages. De rostro agradable y sonrisa franca.

Carrera profesional de un Ministro ejemplar, que al ocupar este alto sitial, con la espontánea naturalidad de quien ha dominado el perfeccionamiento continuo. Don Sergio derrochó experiencia y conocimiento, guiado, invariablemente, por su férrea convicción.

Don Sergio dedicó la parte final de su emotivo discurso de despedida de la Corte a los amores de su vida, el Derecho y su familia, diciendo: “Pido que durante el tiempo que se me tenga destinado en este mundo, conserve el sentimiento épico de la vida que los excelentes juristas que he mencionado me han infundido… y otra certeza más, trataré de ser mejor amigo para mis amigos, mejor amigo para Sergio, mi hijo y Claudia, para Ana Alicia y Eduardo, para Adriana y Carlos, y por supuesto, mejor abuelo para Segito, Carlos Eduardo, Juan Pablo, Inés, Elena y julia, pero todo mundo adivinó, mejor esposo para Licha”.

Su voz permanecerá gravada en la historia de la Corte. Su ausencia causa melancolía a su familia y amigos, pero nos queda el privilegio de haber compartido sus empeños, de haber disfrutado su presencia. Descanse en paz.

Ministra en Retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
min.mblr@gmail.com
@margaritablunar

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