La Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante resolución de 26 de abril de 2021 proclamó el 10 de marzo de cada año como el “Día Internacional de Mujeres Jueces”. En el marco de esta celebración pretendo recordar a Débora, a la primera mujer que la historia registra como juzgadora.
Marzo es un mes en el que tanto las mujeres, como las y los impartidores de justicia tienen diversas fechas a conmemorar.
El 7 de marzo se celebra “El día de la juzgadora y el juzgador mexicano” en conmemoración del establecimiento del Primer Supremo Tribunal de Justicia para la América Mexicana, en Ario de Rosales Michoacán en 1815. Motivo por el cual, la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia premia la trayectoria de las y los juzgadores de nuestro país.
El 8 de marzo, la Asamblea General de la ONU lo estableció oficialmente, como el “Día Internacional de la Mujer”. Con la finalidad de lograr la no discriminación por razón de género y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
El 10 de marzo, como ya se mencionó, fue declarado por la ONU el “Día Internacional de Mujeres Jueces”.
En el marco de estas tres conmemoraciones relacionadas con la búsqueda de un horizonte promisorio para las mujeres en el que sus derechos sean plenamente reconocidos y, en el que se celebra a quienes se dedican al quehacer jurisdiccional, celoso guardián del Estado democrático de derecho y de la seguridad jurídica de una nación, justo es recordar a un personaje cuya actuación aglutinó estas tres conmemoraciones. Se trata de Débora, la primera mujer que los anales de la historia registran como la primera juzgadora.
Sentada bajo una palmera entre Rama y Betel, Débora como juez administraba justicia y ayudaba a la gente con sus diferencias tribales y problemas familiares. Así la describe Confilegal en su publicación Débora, la primera jueza de Occidente.
Me refiero a una mujer que según lo registra la Biblia, vivió hace más de 3,000 años. En una época y en una cultura donde la mujer si bien tenía un gran reconocimiento, éste era expresado para exaltar los valores de amor, obediencia, prudencia, honestidad, fidelidad, humildad. Todas las responsabilidades de fortaleza, gobernanza y decisión correspondían a los varones.
Sin embargo, en la Biblia, en los capítulos IV y V el Libro de los Jueces, se menciona a Débora como una profetisa que fue designada como la 4ª. Juez de Israel y además como la única impartidora de justicia que tuvo este país en la antigüedad. Se describe como una mujer buena, a la que se le atribuye inteligencia y creatividad, pues su trabajo consistía en dirimir conflictos, en mediar entre las personas para encontrar una solución idónea a sus diferencias.
Poco se sabe de su vida, pero sus funciones, además de las propias de las mujeres de su época, en el hogar y de impartir justicia, se le reconoció el don de profetizar ciertas cosas. Por ejemplo se narra que pidió ver al General Barac, quien dirigía el ejército israelí, para enfrentar a sus enemigos cananeos. Débora le pronosticó la victoria, que sería gracias a una mujer. La crónica señala que el general cananeo Sísara huyó de la batalla para salvar su vida. Se detuvo en una tienda que encontró en su camino, que pertenecía a Héber y Jael, su esposa, clavó una estaca en la cabeza de Sísara mientras dormía. Con lo cual se cumplió la profecía de Débora.
Débora tuvo que haber sido una mujer extraordinaria que con trabajo y sabiduría se ganó el respeto del pueblo israelí. Hoy Débora vería con gran satisfacción que fue la precursora de miles de mujeres que en todo el mundo imparten justicia con honestidad, responsabilidad y profesionalismo.