El pasado 24 de febrero celebramos el Día de la Bandera. La conmemoración del símbolo patrio que significa unión, identidad, nacionalidad, valores, principios, costumbres, tradiciones, pero sobre todo, el orgullo de ser mexicanos.

En todos los países del mundo se reconocen diversos símbolos que unen e identifican a sus connacionales. Símbolos que representan el común denominador de sus habitantes, sus raíces, su historia, su idiosincrasia. La bandera y el himno nacional son dos que de suyo distinguen a cada país.

México no es la excepción y a lo largo de su historia siempre ha tenido, de acuerdo a la época imperante, un estandarte, bandera o lienzo que la identifica.

El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, editó el libro “La Bandera Nacional. Testimonio de la Construcción de la Identidad Mexicana”, nos relata que los pueblos prehispánicos utilizaban lienzos de colores con los que se reconocía lugar de origen o jerarquía militar. Hernán Cortes portó un estandarte con la imagen de la virgen María; en 1529 fue usada la Cruz de Borgoña o de San Andrés.

El 16 de septiembre de 1810, el cura Miguel Hidalgo tomó un óleo de la Virgen de Guadalupe, pintado por Andrés López, como estandarte para el inicio de la revolución de independencia. Posteriormente, Ignacio Allende adoptó las banderas gemelas del Regimiento de los Dragones de la Reina; en 1812 José Ma. Morelos y Pavón enarboló la bandera en la que por primera vez aparece el águila sobre el nopal, sobre tres arcos que representan el acueducto de Valladolid.

En 1821, Agustín de Iturbide entró triunfal a la ciudad de México, con el Ejército Trigarante, marcando el fin de la guerra de independencia y portando la bandera que, por primera vez, utilizó los tres colores de la bandera actual, sólo que en forma diagonal. Posteriormente, en este mismo año y hasta 1823, los colores se ordenaron de forma vertical y se le agregó el águila erguida ligeramente de perfil con las alas caídas, ciñe una corona imperial, sin serpiente, sobre un nopal.

A la caída del Imperio de Iturbide, el Congreso Constituyente de 1823 expidió el decreto para la conformación del símbolo patrio. En el que se determinó representar la tradición indígena, mediante el águila posando sobre un nopal, devorando una serpiente, sin corona imperial y orlada por una rama de encino y otra de laurel, símbolos de fortaleza y victoria.

A partir de entonces, conservó los colores, verde, blanco y rojo y el escudo. Éste con diversas variantes: durante la intervención francesa, la etapa porfirista y la época posrevolucionaria.

El escudo actual, según la obra citada con antelación, se describe como el águila sobre el nopal y la serpiente, que simboliza el pasado prehispánico; las ramas de encino y laurel, el colonial y los tres colores el liberalismo ilustrado, franco-inglés.

Es hasta 1968 cuando se promulga la primera Ley sobre las características y el uso del Escudo, la bandera y el himno nacionales. Ley que estuvo vigente hasta 1984 que entró en vigor la nueva, que actualmente rige el uso de los símbolos patrios que simbolizan un México independiente y democrático.

En tiempos como los actuales, en los que se avecinan decisiones definitorias del tipo de país que anhelamos, la conmemoración de fechas como la del 24 de este mes, nos hacen recordar nuestro sentido de orgullo y pertenencia, así como, de la unión que entre los mexicanos, hoy más que nunca, debe prevalecer.

Ministra en retiro de la SCJN.
min.mblr@gmail.com


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