La pandemia ha dejado muerte y destrucción económica en la mayoría de los países. El Covid-19, una enfermedad nueva y transmitida por un virus completamente desconocido, llegó a México con un sistema de salud con carencias y con un gran porcentaje de la población con enfermedades crónicas. Un lugar con las condiciones perfectas para provocar un desastre.
Aunque el manejo de la pandemia ha sido cuestionable, no olvidemos que se han seguido las recomendaciones de la OMS para combatir los contagios por contacto de superficies o con gotículas generadas cuando una persona infectada habla, tose o estornuda y nos encontramos a menos de un metro de distancia; sin embargo, no son las principales vías de contagio. Ha sido un problema que la OMS se ha tardado en reconocer clara y abiertamente que la principal vía de transmisión de COVID-19 son los aerosoles que una persona contagiada exhala al respirar, comer, hablar, cantar o gritar y que pueden permanecer por horas flotando en el aire de espacios cerrados y mal ventilados (como se ha sugerido por varios científicos), por lo que se vuelve indispensable el uso obligatorio y correcto del cubrebocas, hacer mejoras a la ventilación y el empleo de purificadores de aire, para disminuir o eliminar los aerosoles con el virus y con ello el riesgo de contagio. Esto explica, en parte, que las medidas implementadas no funcionen y hayan dado paso a una gran cantidad de contagios y muertes por Covid-19 tanto en México como en otros países.
Desde mi punto de vista, el gobierno ha fallado, principalmente, en tres factores a lo largo de este primer año de pandemia. 1) No haber sabido reconocer y enfrentar la transmisión por aerosoles; 2) tienen una pésima estrategia de comunicación que ha generado confusión y exceso de confianza entre la población y 3) minimizar el valor del cubrebocas cuando ya se ha demostrado que usarlo disminuye el riesgo de contagio o la gravedad de los síntomas, en caso de contagiarse. Dar prioridad a estos tres factores podría ayudar a disminuir el número de contagios y muertes por Covid-19 a largo plazo y evitar un rebrote como en el caso de Manaos en Brasil, donde después de tantos contagios y muertes creyeron que habían alcanzado la inmunidad de rebaño, se relajaron las medidas y ahora están peor que la primera vez, por ello debemos evitar caer en la confianza.
En los últimos días hemos visto una reducción de los contagios y muertes por Covid-19 y, además, se inició con la vacunación. Sin embargo, no podemos relajarnos, necesitamos seguir cuidándonos quizá por un año más. Tan solo en Estados Unidos, en donde la vacunación es más rápida que en México, se ha sugerido que hasta el inicio del otoño es cuando se podría empezar a regresar a la normalidad y que quizás el cubrebocas seguirá utilizándose en 2022, sin contar que aún no se sabe cuánto durará la inmunidad de las vacunas o el efecto que puedan tener las nuevas variantes del virus sobre la inmunidad que ofrezcan las vacunas, por lo tanto, con el ritmo de vacunación en México es de esperar que nos llevará más tiempo.
A 12 meses de iniciados los contagios en el país, las recomendaciones principales, además de las vacunas (todas son seguras y brindan protección), son usar doble cubrebocas y abrir las ventanas en el transporte público y en todos lados.
Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard
msanchezguerra@alumni.harvard.edu
@MarcoSanchezGue