Estamos a unos días de que termine el año 2020, un año sumamente difícil por los impactos que la actual pandemia está causando a la salud y la economía mundial. Una pandemia originada por el cambio climático y este último ocasionado por la gran presión que todos los humanos estamos ejerciendo sobre nuestro planeta.

Sin duda, todos los seres humanos estamos viviendo momentos difíciles, más de 60 millones de personas se han contagiado de COVID-19 y casi 1.5 millones han muerto en todo el mundo. Millones más perdieron sus empleos y están enfrentando problemas para alimentar a sus familias, para el pago de colegiaturas, coche, la hipoteca, la renta o las necesidades más básicas. Desafortunadamente, la pandemia ha sido más agresiva con las poblaciones más vulnerables y con los que menos tienen.

En México y en el mundo los servicios de salud se han modificado para darle prioridad a la atención de enfermos con COVID-19 y se ha estimado que esto se podría traducir a nivel mundial, tan solo en el 2020, en 1.5 millones de muertes adicionales relacionadas con el SIDA, la tuberculosis y la malaria, el mismo número de muertes que se llevan hasta ahora por COVID-19.

Además, se han cancelado o se han detenido las campañas de vacunación infantil, lo cual tendrá un gran impacto en la mortalidad infantil y que tan solo entre 2016 y 2019, las muertes por sarampión tuvieron un incremento de 50%. También se pronostica que la pandemia impactará en el número de muertes maternas e infantiles por diferentes causas. Otro gran problema será que el porcentaje de niños y adultos que sufren problemas de hambruna se duplicará para fines de este año. Estás estimaciones son a nivel mundial, pero podrían empeorar dependiendo del país, del nivel de desigualdad social y el impacto que el COVID-19 vaya a dejar. Las cifras estimadas son alarmantes, pero también representan una oportunidad para que las autoridades estatales y federales tomen las medidas necesarias que permitan proteger a la población y a mitigar los impactos esperados.

En México existe una gran desigualdad social, el sistema de salud está rebasado y la afectación económica ha sido muy fuerte. Desde luego, es un problema que se ha ido generando por años y que la pandemia ha empeorado y ha hecho más evidente. Sin embargo, el contar con datos y gente capacitada podría ayudar a establecer estrategias que permitan un cambio de rumbo y mejoren en el futuro cercano la calidad de vida de la población. Además, ha quedado claro, en los últimos meses, la necesidad de combatir el cambio climático, para disminuir el riesgo de sufrir futuras pandemias o sus impactos. Combatir el cambio climático significa también garantizar una mejor calidad de vida a la población y evitar conflictos sociales, pues el cambio climático pone en riesgo, entre otras cosas, el derecho a respirar aire limpio y compromete la disponibilidad de agua potable e incluso de alimentos.

Un ejemplo de que combatir el cambio climático trae múltiples beneficios tiene que ver con la contaminación del aire. Las enfermedades crónicas son responsables del 70% de las muertes a nivel mundial y la contaminación del aire es la mayor causa de enfermedades crónicas y de muertes prematuras en el mundo. Se estima que las enfermedades crónicas causadas por la contaminación fueron responsables de 9 millones de muertes prematuras en el 2015, lo cual representó 16% del total de muertes en el mundo, 15 veces más que las muertes ocurridas en las guerras o por cualquier otro tipo de violencia y 6 veces el número de muertes hasta ahora por COVID-19. De manera preocupante, cerca del 90% de estas muertes ocurrieron en países en vías de desarrollo, como el nuestro, y las enfermedades causadas por la contaminación ocurren, principalmente, entre las poblaciones más vulnerables y los que menos tienen. Por lo tanto, el combate a la contaminación ambiental tiene que ser una prioridad para este gobierno. Las poblaciones más saludables y seguras son más estables y económicamente productivas. Dicho esto, el gobierno no solo cumpliría con su compromiso de cuidar la salud y el bienestar de la población, además mejoraría el desarrollo del país ya que las personas se mantienen económicamente productivas por más tiempo y podría tener ahorros millonarios en el sector salud al disminuir la prevalencia de enfermedades crónicas.

Combatir el cambio climático también significa luchar contra otro tipo de contaminantes e indirectamente proteger a otro grupo de gran susceptibilidad, las mujeres. Las mujeres son quienes principalmente, cuidan de los hogares, de los hijos, los padres, de la familia, del gasto, … y del hogar, a costa de sacrificar su desarrollo personal o profesional y a cambio han recibido el descuido de los familiares, la sociedad e incluso de las autoridades. Lamentablemente, las mujeres no solo sufren de violencia física, emocional o incluso sexual al interior de sus hogares o fuera de ellos, de falta de oportunidades, de acoso, de asesinatos que en su mayoría quedan impunes y de un largo etc., también son más susceptibles a los efectos de las sustancias químicas o tóxicas en comparación con los hombres. En los hogares podemos estar expuestos a sustancias dañinas a través del uso de plásticos, sartenes de teflón, utensilios de cocina, los muebles, alfombras, empaques de comida de plástico o de cartón, limpiadores y desinfectantes, por ejemplo, que pueden provocar un mayor riesgo de desarrollar enfermedades (obesidad, diabetes, cardiovasculares, etc.), discapacidades e incluso la muerte. El problema con este tipo de cosas es que muchas de ellas contienen sustancias que afectan los niveles hormonales y las mujeres son más susceptibles a los daños asociados. Ejemplos de los beneficios de combatir el cambio climático hay muchos y no acabaría este articulo tratando de explicar, siquiera, algunos otros; sin embargo, en este espacio estaremos tratando de explicar los efectos que muchas de las cosas y sustancias con las que convivimos a diario tienen sobre nuestra salud y que nos pueden estar enfermando.

Establecer una agenda pública que luche contra el cambio climático podría traer grandes beneficios sociales, a la salud y al ambiente e incluso representar una gran oportunidad para los partidos políticos. No hacerlo, traerá cada vez problemas más graves.

Posdata: Necesitamos seguir utilizando cubrebocas correctamente y todo el tiempo, especialmente en lugares cerrados y con poca ventilación. Eviten el uso de cubrebocas con válvulas. Abran ventanas y puertas en los espacios cerrados para mejorar la ventilación y diluir la presencia del coronavirus en los aerosoles, en caso de estar. Mantengan las ventanas abiertas en cualquier medio de transporte y eviten hablar o gritar. Sobre todo, no hagan fiestas y reuniones en familia, aún no es momento. Tienen la oportunidad de escoger entre no hacer fiestas y poder convivir después con sus seres queridos o de festejar y días después despedirse para siempre.

Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard
msanchezguerra@alumni.harvard.edu
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@MarcoSanchezGue

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