Aunque la pandemia nos ha parecido una eternidad, estamos a unos días de que se cumpla un año de que reportaron el primer caso de COVID-19 en México. Últimamente hemos tenido, en apariencia, buenas noticias: la cantidad de casos reportados han empezado a disminuir en México y en el mundo y esta semana se inició con la vacunación de adultos mayores en diferentes lugares del país. Por otro lado, una de las apuestas desde el principio, dentro del gobierno, fue que se adquiriera la inmunidad de rebaño —es decir que un gran porcentaje de la población se volviera inmune al coronavirus por haberse infectado previamente.

Desafortunadamente, como mencioné son noticias “en apariencia buenas”. Hemos llegado a la cifra oficial de más de 175,000 muertes por COVID-19 y a más de 2 millones de personas que han estado contagiadas. De manera extraoficial, el Dr Erdely ha sugerido que para obtener un número más acertado tanto de muertes como de contagios se debe multiplicar por 2.5 y 30, respectivamente. Lo cual, nos daría un aproximado de más de 400,000 muertes y de más de 60 millones de contagiados. Los posibles 60 millones de mexicanos infectados significaría que alrededor de un 50% de la población mexicana se ha infectado y que, en teoría, estaríamos muy cerca de alcanzar la inmunidad de rebaño y más aún si la gente ha empezado a recibir la vacuna. Lamentablemente, es muy temprano para cantar victoria, dado que a un poco más de un año de iniciada la pandemia seguimos sin conocer por completo al coronavirus y a la enfermedad e incluso, sin entender el valor de la ventilación y del uso del doble cubrebocas, para disminuir el riesgo de contagio por COVID-19.

El Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, ha comentado que la inmunidad de rebaño contra el COVID-19 debería lograrse a través de la vacunación y no mediante los contagios, pues las vacunas enseñan a nuestro sistema inmune a crear defensas, sin enfermarnos, para combatir a la enfermedad. Lo deseable es que las personas vacunadas estén protegidas contra la enfermedad y que además no sean capaces de contagiar a otros, lo que ayuda interrumpir todas las cadenas de transmisión. Se ha estimado que para alcanzar la inmunidad de rebaño contra COVID-19 es necesario que un 75% de la población haya creado inmunidad por haberse contagiado o por estar vacunada. Sin embargo, aún es muy temprano para dar un porcentaje de manera certera y será necesario realizar más investigaciones al respecto pues dicho porcentaje podría variar en función de varios factores como la vacuna que se haya utilizado y la población de estudio, es decir factores a considerar como la nacionalidad, grupo étnico, la edad, comorbilidades, entre otros.

En el caso de las vacunas aún no está clara la intensidad y el tiempo que durará la inmunidad que vayan a otorgar. En el caso de la inmunidad adquirida en personas que estuvieron contagiadas de COVID-19 se ha visto que, de manera general, la inmunidad dura alrededor de 6 meses y que tanto la intensidad como la duración de la inmunidad adquirida depende de la gravedad de la enfermedad, por ejemplo, los asintomáticos, aparentemente, solo desarrollan una respuesta débil y por menos tiempo mientras que los que enfrentaron problemas graves podrían tener una respuesta de mayor intensidad y por mayor tiempo; sin embargo, aún es muy temprano para saber con exactitud. Además, de que se han notificado casos de personas que les ha dado COVID-19 por segunda vez. Un caso interesante está ocurriendo en Manaos, Brasil y es una advertencia para que tanto en el gobierno como en la población no caigamos en confianza y, en cambio, se haga un plan a largo plazo y se mejoren las estrategias de combate a la transmisión de COVID-19 por aerosoles (se incluyan medidas que mejoren la ventilación en espacios cerrados, se monitoreen los niveles de CO2 y se haga obligatorio el uso de doble cubrebocas).

El caso de Manaos y ¿la inmunidad de rebaño fallida?

Manaos es la capital del estado Amazonas en Brasil, se encuentra en medio del Amazonas y tiene una población de un poco más de 2 millones de habitantes. Este lugar se volvió famoso por ser uno de los lugares donde se dio una gran cantidad de contagios y muertes por COVID-19. En mayo del 2020 se estaban reportando unas 80 muertes diarias y de acuerdo con un estudio publicado en la revista , se estima que para octubre un 76% de la población ya había sido infectada con COVID-19, lo cual suponía que ya se había alcanzado la inmunidad de rebaño. Esa idea era apoyada también porque después de la gran cantidad de fallecimientos y contagios el número de ambos parámetros comenzaron a disminuir y se mantuvieron bajos y estables por 7 meses, de mayo a noviembre, entonces las medidas se relajaron y hubo sensación de confianza. Desafortunadamente, este año los contagios regresaron a Manaos, se reportan alrededor de 100 muertes diarias y el número de hospitalizaciones aumentaron 621%, pasando de 552 hospitalizaciones reportadas del 1 al 19 de diciembre de 2020 a 3431 hospitalizaciones del 1 al 19 de enero de 2021.

¿Qué podría explicar el resurgimiento de casos en Manaos?

Al respecto, comenta la investigadora Esther Sabino en un artículo publicado recientemente en la revista que existen, al menos, 4 posibles explicaciones para el resurgimiento de COVID-19 en Manaos y que no son excluyentes unas de otras. a) El primero, es que los casos reportados durante la primera ola hubiesen sido sobreestimados y que en realidad el porcentaje de la población con COVID-19 fuera inferior al porcentaje necesario para adquirir la inmunidad de rebaño. b) La segunda, es que existe la posibilidad de que la inmunidad adquirida durante la infección haya comenzado a disminuir en diciembre. Esta posibilidad es alta, ya que, en se había mostrado que los casos de reinfección son muy raros en los primeros 6 meses después de haber contraído la enfermedad y en Manaos el resurgimiento se está dando entre 7 y 8 meses después. c) La tercera explicación es que el coronavirus ha estado mutando y dando lugar a la aparición de nuevas cepas que podrían estar evadiendo la protección adquirida por la primera infección. Es decir, que las células del sistema inmune que podían reconocer y combatir al coronavirus ahora ya no reconocen a estas nuevas cepas de coronavirus provocando que se puedan volver a infectar y enfermar. d) La cuarta, tiene que ver con la posibilidad de que las nuevas cepas de coronavirus sean más infecciosas que con las que se infectaron la primera vez (como se ha reportado con el caso de la cepa inglesa y la sudafricana) y, aunque, el sistema inmune pudiera reconocer a las nuevas variantes no habría tiempo suficiente para neutralizar al coronavirus y evitar otro contagio.

Como podemos ver quedan muchas dudas por responder. Hasta el momento y con la experiencia de Manaos no hay certeza de que alcanzar la inmunidad de rebaño a través de los contagios sea una buena noticia, sobre todo, considerando que como señalan en la OMS: “los intentos por lograr la inmunidad colectiva mediante la exposición de las personas a un virus son científicamente cuestionables y contrarios a la ética. Permitir que el COVID-19 se propague entre las poblaciones de cualquier edad y estado de salud dará lugar a infecciones, penurias y muertes innecesarias”. Otra enseñanza, es que se tiene que invertir en México, para hacer secuenciaciones y tratar de monitorear entre la población las nuevas cepas, como la inglesa o la sudafricana que ya se ha visto que son más contagiosas, e incluso estar monitoreando la aparición de nuevas cepas en México que pudieran ser más infecciosas o peligrosas. Tampoco se puede descartar la posibilidad de que algunas cepas nuevas escapen a la inmunidad que las vacunas nos puedan brindar. Por lo tanto, es necesario pensar en una estrategia de largo plazo que considere mejoras en la ventilación y en la filtración de aire, emplear medidores de CO2 para determinar la ocupación máxima segura en los establecimientos y el uso de doble cubrebocas que puede ayudar a disminuir el riesgo de contagio.

Reflexión: 

Desde mi punto de vista, es necesario involucrarse más en esta lucha contra la pandemia y que esa lucha este dirigida a romper las cadenas de contagio. Con respecto a la industria privada, es necesario que los empresarios se asesoren y busquen alternativas que les permitan reactivar sus actividades protegiendo la salud y bienestar de sus trabajadores. Es necesario organizar pláticas donde se expliquen varias cosas como: las vías de transmisión del coronavirus, cómo se pueden disminuir los riesgos de contagio tanto en el trabajo como en el trayecto al lugar de trabajo, qué tipo de cubrebocas usar, por qué usar doble cubrebocas, qué medio de transporte es mejor utilizar, entre otras cosas. Si los empleadores cuidan la salud de sus trabajadores y de sus familias, pueden incentivar la productividad en la empresa y disminuir pérdidas económicas por ausentismo. Una actividad en la que todos ganan.

Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard
msanchezguerra@alumni.harvard.edu
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