Con base en cifras oficiales, en México ha habido 3,369,747 contagios y han fallecido 260,503 personas a lo largo de la pandemia. De acuerdo con información de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) los contagios por tocar superficies solo representarían menos de 1 por cada 10,000 contagios. Es decir, en México, alrededor de 336 personas se habrían contagiado por tocar superficies (0.01%) y, solamente, 26 personas habrían fallecido a causa de contagiarse de COVID-19 por tocar alguna superficie (0.01%), mientras que un poco más del 99.9% (260,477 personas fallecidas) se habrían contagiado, muy probablemente, a través del aire en lugares cerrados y mal ventilados. Por lo tanto, mantener a la desinfección como principal estrategia para evitar los contagios y muertes por COVID-19 solo representa un gasto innecesario, contaminación ambiental y daños a la salud. En pocas palabras, una estrategia fallida.
Entonces, si el problema de los contagios no son las superficies, ¿Qué podemos hacer? Desde el 30 de abril de este año, la Organización Mundial de la Salud reconoció que el COVID-19 se contagia a través del aire en lugares cerrados y mal ventilados. Por lo tanto, tendríamos que preocuparnos por la calidad y pureza del aire que respiramos y no en las superficies que tocamos, para prevenir los contagios.
Lo primero que debemos saber es que el virus (SARS-CoV-2) lo emiten —al exhalar— las personas contagiadas de Covid-19, independientemente de que presenten (sintomáticas) o no síntomas (asintomáticas) de la enfermedad. Cuando exhalamos, estamos liberando gotitas que se pueden observar como si fuera vapor cuando hace mucho frío; o si acercamos la boca a un espejo, a un vidrio o al celular podemos ver como se humedecen y eso suceda gracias a esas gotas pequeñas o aerosoles. Es en estos aerosoles en donde se transporta el virus y gracias a que no pesan pueden permanecer suspendidas en el aire y transportarse por más de 5 metros en un lugar mal ventilado.
Se estima que las personas exhalan 10 veces más aerosoles al hablar y 50 veces más al cantar o gritar que cuando estamos en silencio, por lo tanto, es recomendable que evitemos lugares mal ventilados y en donde las personas pudieran realizar estas actividades, sobre todo, si no traen cubrebocas.
Para poder prevenir contagios por aire en lugares cerrados y mal ventilados es necesario mejorar la ventilación. Abrir puertas y ventanas podría ser suficiente, sobre todo, si se favorece la ventilación cruzada, es decir, abrir ventanas que estén en las paredes opuestas o adyacentes. En caso de que no haya suficientes ventanas o ninguna, se podría optar por colocar un ventilador apuntando fijamente hacia la puerta o la ventana para mejorar la ventilación. De esta manera, se forzará el reemplazo del aire interior con aire del exterior, provocando que el aire del interior se limpie de los posibles virus que podría haber en el ambiente y, entonces, reducir el riesgo de contagios.
Además de la ventilación, es muy importante usar correctamente el cubrebocas (cubrir boca y nariz cuidando que no haya huecos entre el cubrebocas y el rostro), para que todo el aire que respiremos pase a través del cubrebocas reduciendo el riesgo de contagios por Covid-19. Debemos tener en cuenta que el cubrebocas es un filtro o purificador del aire, no una barrera. Por lo tanto, y ante la presencia de la variante delta que es más contagiosa y peligrosa que la cepa original, tenemos que poner atención en la calidad del cubrebocas que usamos, además de vestirlo correctamente.
De preferencia debemos usar cubrebocas certificados, pero dado el costo, podría no ser una opción para millones de personas. Entonces, debemos de buscar alternativas y una buena opción es usar doble cubrebocas mientras viajamos en transporte público o al estar en cualquier otro interior como las aulas, oficinas, centros comerciales, el cine, etc. Podemos usar un cubrebocas quirúrgico abajo y encima uno de algodón con poliéster que sea tricapa o dos de tela tricapa. Ojo, no usen de tela que son resistentes al agua, traen químicos que podrían afectar la salud, de eso hablaré en otro artículo.
Otra forma de cuidar la calidad del aire que respiramos es usar purificadores de aire. Se pueden encontrar varias opciones de manera comercial y los precios dependen de la marca. En este caso y si tienen la opción de comprar uno, se tienen que fijar en dos cosas, la primera es que solo tengan filtro HEPA y, quizá, un filtro adicional de carbón activado y, segunda, el tamaño del espacio en donde queremos poner el purificador. Un ejemplo, tenemos que ver la tasa de entrega de aire limpio (CADR). Si un equipo reporta un CADR de 530m3/h, necesitamos dividir eso entre 6, para que cada 10 minutos esté purificando todo el aire del espacio que queremos hacer más seguro, por lo tanto, ese equipo nos serviría para colocarlo en un espacio de 88m3 o de menor tamaño, pero, en caso de que el lugar sea más grande, entonces necesitaríamos comprar otro con mayor CADR o dos iguales, para poder limpiar cada 10 min, por completo, el aire de ese espacio.
No necesitan nada adicional como el que traigan luz UV, plasma o generen iones, este tipo de cosas hace que los purificadores de aire sean más caros e incluso se ha estado alertando en Estados Unidos que este tipo de dispositivos podrían afectar la salud. También existe una opción más económica, eficiente y muy sencilla de realizar. Se pueden hacer purificadores de aire artesanales con 4 filtros MERV13 de 20” x 20” y 1” de espesor (cada 6 meses se tienen que remplazar), 1 ventilador de caja de 20”, cinta para ductos, cartón, tapas de garrafón, cúter y tijeras. Estos además de ser baratos y rondar los 2,000 pesos, sirven para limpiar el aire de un espacio de aproximadamente 217 m3 cada 10 minutos . Aquí pueden ver un tutorial de cómo hacerlo.
Llevamos un año y medio desde que se reportó el primer caso de Covid-19 en México, estamos viviendo una tercera ola de contagios, las escuelas han abierto y cada día aprendemos algo nuevo de este virus. Por ello, es momento de hacer de la ventilación, de los purificadores de aire y del cubrebocas los protagonistas de las medidas de prevención. Mientras sigamos desinfectando en vez de poner atención en el aire que respiramos, la pandemia no terminará, nuevas variantes (más contagiosas y peligrosas) podrían originarse y, quizá, no llegar a la tan buscada inmunidad de rebaño. Basta recordar que en otros países ya se habla de tener que administrar una tercera dosis de la vacuna mientras que la mayor parte de la población en el mundo no cuenta con, al menos, una dosis.
En las últimas semanas algunos amigos nos hemos organizado para apoyar a un par de escuelas públicas. Hemos ayudado dándoles capacitación a los maestros sobre la vía de transmisión. Además, les ayudamos con la implementación de medidas como el uso de medidores de CO2, cómo mejorar la ventilación, tipos de cubrebocas y su uso correcto, cómo hacer purificadores de aire artesanales con los materiales que les donamos, en dónde colocarlos y cómo usarlos. Es muy importante tener capacitación e implementación personalizada, para que las medidas puedan funcionar correctamente.
Para más información, pueden ver en este enlace algunas de las cosas que hemos realizado, además hay un par de enlaces en los que pueden ayudar con sus donaciones para llegar a más escuelas o para registrar su escuela, para en caso de que tengamos recursos suficientes poder ayudarles.
Para reflexionar:
Hablando de contagios por Covid-19, ¿qué tan seguros creen que son los hospitales y el transporte público?, ¿cuáles son las medidas para prevenir contagios que se llevan a cabo tanto en transporte público como en hospitales?, ¿son lugares bien ventilados?, ¿qué opinan? y ¿qué podrían hacer ustedes para evitar contagios en estos lugares?
Postdoctor en Salud Ambiental por la Universidad de Harvard, Investigador en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Perinatología y Consultor en Epidemiología Ambiental y Salud Pública.
msanchezguerra@alumni.harvard.edu
Twitter @MarcoSanchezGue