La predicción del escenario del resultado de la encuesta morena fue bastante clara hace muchos años. El resultado no sorprende —siempre fue ella— y sí abre la ruta del conflicto latente y la falta de unidad interna. El proceso que culminó con la salida de Marcelo Ebrard y que fue denunciado por muchas de las “corcholatas” por el cúmulo de anomalías y el muladar en que se convirtió, coloca a López Obrador en el epicentro del resultado de una contienda fallida. El dedazo burdo y largamente anunciado deja una estela de agravios que serán harto complicados de subsanar.
La rudeza innecesaria contra el excanciller será un bumerán en el mediano plazo. La corta de miras y la nula visión estratégica para examinar el riesgo de la implosión morena generará un escenario ideal para el Frente Amplio con Xóchitl Gálvez colocando en la mente del colectivo la narrativa de lo que está en juego en el 2024; dos modelos de país por lo menos en materia de seguridad. El de la continuación de los abrazos y el de la aplicación de la ley.
Morena regaló una vez más una elección interna manchada de irregularidades y de prácticas dignas del priismo sin su eficiencia. Tantos años sin poder perfeccionar la unción de la largamente anunciada candidata. El partido de los que son diferentes demostrando que son más iguales o peores. La división morena que late en las profundidades tendrá secuelas en el ámbito de la disputa por las distintas gubernaturas y por las curules que se disputarán en menos de nueve meses.
López Obrador ahora centrará sus baterías en la hoja de ruta legislativa 2024 para tratar de tener mayoría calificada en el Congreso para así, en el caso de que Morena gane, a través de Sheinbaum, consolidar la destrucción de los contrapesos que aún sobreviven la transformación. Un tiro a muy largo plazo y con los imprevistos que aún pueden surgir, el pronóstico es bastante reservado.
La operación cicatriz morena con el desconocimiento de Ebrard del proceso de selección, tizna y deslegitima el resultado. El futuro político del excanciller pronto será develado, así como la reacción de la burbuja en el poder.
La deslegitimación de todo el muladar moreno puede tener un impacto significativo en la percepción pública —por más recursos que le inviertan— y en la estabilidad de las filas del rebaño moreno donde la confianza está socavada y los agravios latentes.
El banderazo de salida para la elección presidencial ha comenzado y lejos de ser un camino terso como lo anticipaban los genios del Palacio, será una de las más competidas y encarnizadas luchas por el poder. Ello en medio de una imparable ola de violencia e impunidad que azota al país.
El ambiente político social enrarecido por la polarización, el odio mañanero rociado por los escándalos de excesos y corrupción, los abrazos presidenciales y la ruptura latente en Morena son hoy claros ejemplos de la transformación y los ingredientes necesarios para una tormenta perfecta.