La estrategia del hard power utilizada por ciertos Estados busca imponer su voluntad mediante sanciones o intervención militar directa. El poder duro de un país se manifiesta a través de su capacidad militar y económica para influir en el sistema internacional.

La victoria de Donald Trump ha sacudido el balance de poder global que, junto con su equipo durante los próximos cuatro años, marca claridad en el sendero que tomarán varias de sus políticas domésticas y en el exterior.

Una de las principales características del hard power es la presión económica; los bloqueos comerciales, aranceles o restricciones financieras para forzar un cambio de comportamiento en otro país. Trump lo logró con el gobierno anterior ante el desastre de la política migratoria mexicana de brazos abiertos sin ningún control y que ya es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.

La probabilidad de que células terroristas ingresen (o hayan ingresado) por la frontera apoyados por organizaciones criminales no es un relato de ciencia ficción sino un riesgo latente.

Y el mundo se encuentra en un momento crítico ante la escalada de las tensiones por la guerra Rusia-Ucrania y la ventana de salida para que en estos días previos al 20 de enero Joe Biden juegue sus últimas cartas geopolíticas.

La autorización para que Ucrania utilizara misiles estadounidenses de largo alcance para llevar a cabo ataques en territorio ruso ha elevado el nivel de la guerra empujando a Putin a declarar que “…el conflicto ha adquirido elementos de carácter global”.

El escenario geopolítico mundial está en un punto de suma tensión y pueden surgir dinámicas complejas que pueden generar más conflictos como guerras convencionales o híbridas. La acumulación de tropas en fronteras o la militarización de áreas estratégicas es una forma de escalada en los conflictos. México no está exento de escenarios complicados y el régimen de Sheinbaum debe de trazar una hoja de ruta en varias esferas.

Trump ya anunció deportaciones masivas y el acto de llevarlas a cabo impactará en el flujo de remesas —que son un pilar fundamental de la endeble economía mexicana— que podría debilitar la balanza de pagos y provocar volatilidad en el tipo de cambio. La economía nacional resentirá aún más esto ya que son una fuente clave de estabilidad para millones de familias. El escenario en materia económica no pinta bien, las señales de inversionistas y calificadoras son bastante claras de la cautela ante la incertidumbre innecesaria que origina este gobierno.

Si además se suma el batidillo legislativo, la prisa por una reforma judicial donde ya se hizo bolas el engrudo y la urgencia en la desaparición de organismos autónomos, México se posiciona en un epicentro de caos y desorden en pleno auge del fenómeno criminal que arrasa a regiones enteras.

Exhibir un optimismo desmedido, sin ninguna base en la realidad puede ser contraproducente, y el riesgo de perpetuar los errores o ignorar riesgos es peligroso. Subestimar las amenazas en la nueva relación con Estados Unidos evaluando de manera incorrecta la narrativa, será un error de percepción que llevará a la debacle al recién estrenado gobierno.

@GomezZalce

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