A lo largo de la historia la comunicación y la información han constituido fuentes fundamentales de dominación y cambio social. De poder y contrapoder .

Es sabido que la batalla más importante en el ecosistema de medios —incluyendo las redes sociales— hoy en día y en esta coyuntura política, es la batalla por la opinión pública; las relaciones de poder se determinan y deciden cada vez más en la esfera de la comunicación. Y en esta época de manipulación mediática y de visiones presidenciales monolíticas, desde la mañanera se adopta una idea, un único símbolo para etiquetar o individualizar al adversario como si fuera un solo enemigo. Y con ello esa figura carga con los errores, pifias o defectos de una transformación que empieza a destilar un olor fétido ante la cruenta lucha por el 2024 .

Adoptando viejos estilos que se cacarearon como extintos porque “no somos iguales”, hoy el régimen exhibe prácticas que sorprenden y que son aplaudidas y/o toleradas por actores políticos en esta danza por vencer y convencer en busca de aprobación y votos. Pero las formas siguen siendo el fondo. El Estado mexicano, tradicionalmente centro de poder, está siendo desafiado por el crimen organizado y no hay maroma ni perorata, politiquería ni pirotecnia que desmienta el empoderamiento y el permiso que tienen las bandas criminales para operar impunemente en regiones enteras del país.

El mal llamado retén —puesto de revisión— donde se detuvo a reporteros que acompañaban al Ejecutivo en su gira por Sinaloa debería ser botón suficiente para demostrar lo que inquieta, preocupa y ocupa a los Estados Unidos , a la comunidad de inversionistas y a millones de mexicanos. Minimizar el hecho porque “todo se debió a una confusión” y recriminar a los medios por “escandalizar” como lo hizo López Obrador , envía señales de abierta tolerancia a la impunidad criminal. El grupo armado se encontraba resguardando el ingreso a un tramo de la carretera a Badiraguato, en eso no hay confusión alguna.

Varias delicadas interrogantes surgen ante este hecho ¿cómo supo el Ejecutivo que se trataba de una “confusión” haber increpado al vehículo de la prensa? ¿acaso nuestras fuerzas armadas no tienen conocimiento de un puesto de revisión donde van a transitar los reporteros de la fuente? ¿no hay avanzada, logística, labor de inteligencia que detecte un comando fuertemente armado deteniendo vehículos en una gira presidencial? ¿No es armamento exclusivo del ejército? ¿cuántas leyes se están violando en esa “confusión”? ¿qué ya se perdió la vergüenza y el decoro? ¿de plano ya fuera máscaras?

Porque la eterna cantaleta de estarse comparando con el pasado como narrativa distractora ante la claudicación del Estado en la esfera de seguridad es un disco muy rayado y está arrastrando al mismo a una crisis de legitimidad política que debilitará su influencia sobre la ciudadanía. Los tiempos están exhibiendo una combinación de política mediática y política del culto a la personalidad y esto irremediablemente conduce a la política del escándalo que ya no escandaliza sino se normaliza. Sin embargo, se olvida que los escándalos son un factor desencadenante del cambio y del arraigo del escepticismo colectivo en el mediano plazo. Y al ritmo que van y a unos días de que seis estados acudan a las urnas, en medio del lodazal donde claramente aparece la mano de la cuatroté en el circo de audios, el escenario integral junto con el análisis de riesgo es, sin lugar a dudas, altamente perturbador.

@GómezZalce 

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