La aprobación presidencial ha sido uno de los objetivos de estudio que ha concentrado mayor interés en la literatura contemporánea en ciencia política. A pesar de no existir consenso sobre la prevalencia de un modelo por sobre otro, la aprobación de un líder será una función de percepciones en distintos rubros que impactan la vida de millones de ciudadanos, sin perder de vista que la coyuntura debe ser considerada como un factor determinante. Varias instituciones del Estado mexicano están siendo sacudidas por la transformación encabezada por López Obrador. El “momentum” político en el que se encuentra el presidente es punta de lanza para empezar a cerrar los ciclos que inició hace un poco más de tres años contando el periodo de transición. Las reformas largamente anunciadas están en esa hoja de ruta pese al cambio en el equilibrio aproximado de poder en ambas Cámaras.
El anuncio de una reforma constitucional en materia eléctrica volvió a dejar un amargo sabor de boca entre los inversionistas justo cuando el ánimo del gobierno parecía ser atraer la inversión, dar certeza jurídica y detonar la economía. Las aristas alrededor de esta reforma son varias pero el verdadero punto de inflexión se encuentra en la arena política cuyo epicentro está en el PRI. La postura y votación de los priístas para sacar la reforma de López Obrador determinará la ruta del otrora partido hegemón, hoy bisagra, y el futuro de la Alianza por México.
Dirimir los asuntos en público, ya no en privado, entre tricolores exhiben la división interna en torno a este asunto que ya les da toques a varios. Los costos políticos de una visión pragmática de alinearse con Morena —que no cuenta con la mayoría para su aprobación— serán importantes. Muchos priístas destacan por cuidar sus espaldas sacrificando al partido y no es nuevo el MO y la forma del palacio de presionar a adversarios con expedientes mientras que de forma paralela el amago en la construcción del relato nacionalista para exhibir a los legisladores en el juicio mañanero; “o están a favor de las empresas o están a favor del pueblo”.
Lo inédito es que un gobierno de izquierda dinamite la regulación. En esta contrarreforma además de atropellar las energías limpias en una coyuntura mundial de cambio climático se anulan los contrapesos al desaparecer los órganos reguladores en materia de energía volviendo a la CFE en ¡juez y parte! Y ni hablar de los compromisos de México adquiridos en el T-MEC donde resurge ese fantasma de la incertidumbre jurídica cuatroté. Pero nada importa porque López Obrador ya trazó su ruta para seguir en campaña con el anuncio de regresar a sus asambleas informativas en las plazas públicas del país, lo suyo es lo electoral y con el arte de la división se alista para vencer a la oposición y recuperar el territorio perdido.
¿Habrá encontrado la vía para electrocutar una alianza con miras al 2024?
Por la mirilla
Hoy es la reunión de alto nivel entre México y Estados Unidos para abordar temas de seguridad. Temas abundan y el ánimo está tenso, el vaso bilateral se llena rápidamente sobre las formas y el fondo. Apostar por un juego suma cero es demencial en una relación fundamental para ambos países.