En tiempos de incertidumbre es crucial reconocer y fomentar la autocrítica sobre los golpes de una realidad que lacera todos los días la politiquería morena sobre la catástrofe en los resultados en materia de seguridad. El empoderamiento de las organizaciones criminales es uno de los ejes estratégicos de las campañas electorales en Estados Unidos. Nada que deba sorprender.

Hace varios meses se viene construyendo una narrativa sobre la posibilidad de que México se convierta en un narcoestado; término que describe a un país donde el tráfico de drogas ilegales influye de manera significativa en la política, la economía y las instituciones de (los tres niveles) gobierno. Un contexto donde las células criminales ejercen un control considerable teniendo la capacidad de corromper y manipular a funcionarios gubernamentales, fuerzas de seguridad y la esfera de la justicia. Al parecer todo lo anterior es una descripción puntual de lo que sucede en amplias regiones del país. No hay discurso ni simulación que pueda matizar lo que millones de mexicanos y de paso la esfera económica, padecen.

El Estado mexicano ha sido cómplice y omiso en el tráfico de sustancias ilegales que han cobrado miles de vidas aquí, por la disputa en el control de las rutas de trasiego y en los Estados Unidos por la demanda insaciable de una enorme porción de la población adicta a las drogas.

Sorprenden las tibias respuestas llenas de lugares comunes de López Obrador y Sheinbaum al discurso agresivo del candidato republicano Trump quien afirmó en una entrevista a modo, algunas verdades sobre el desastre que reina en México en materia de seguridad.

El magnate espetó que 300 mil personas mueren al año gracias al tráfico de fentanilo y que el gobierno mexicano está “petrificado” por el poder delincuencial y ha sido incapaz de asegurar la frontera. Directo arremetió afirmando que los delincuentes tienen el poder de “quitar a un presidente en dos minutos” y secundado por Vance, ambos republicanos fueron tajantes al señalar que en México mandan los criminales. Y en caso de ganar la presidencia estadunidense se atestiguará la acción que llevará a cabo en contra de los cárteles mexicanos.

Se puede argumentar que es el calor de las campañas lo que orilla a Trump a ser Trump. Sin embargo, la realidad tiene una forma inquebrantable de desmantelar cualquier mentira, simulación o distracción. La verdad siempre encuentra una manera de emerger; es persistente y se manifiesta a través de pruebas irrefutables, eventos inevitables y consecuencias palpables.

Las falsedades de Morena requieren un esfuerzo constante para mantenerse ya que deben adaptarse continuamente a la evidencia y los cambios que la realidad impone.

El cobro de piso es un ejemplo de la gravedad del caos. Hechos ineludibles desmantelan todos los días las construcciones ficticias presidenciales y ahora también el eco de Sheinbaum.

La inflación mexicana está en niveles insospechados en ciertos productos por las extorsiones de grupos criminales en la cadena de producción y suministro.

Ajustes de cuentas en la Ciudad de México, la ejecución de un alto mando de inteligencia de la SSC y estados como Chiapas, en una espiral de violencia, descomposición e impunidad.

Ésa es la realidad que apabulla cualquier mentira o simulación exhibiendo a nivel internacional la poderosa y auténtica pregunta. ¿Quién manda aquí?


@GomezZalce

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