A veces sutil y algunas más de manera brutal, la (política) ficción traiciona la vida morena encapsulándola en una trama de palabrería que la reducen de escala y exhibe en su justa dimensión el contexto y/o la coyuntura.
Construir la narrativa de la transformación todos los días desde el micrófono mañanero transita por la ruta de la simulación y de la mentira que nunca es gratuita, y que parece más bien llenar las insuficiencias de la vida de un gobierno ineficaz, desordenado y caótico.
Los fracasos son estrepitosos en varios rubros, empero en la esfera de salud y de la seguridad pública se exhibe que, contrario a lo espetado por López Obrador hace algunos años, tiene mucha ciencia saber gobernar.
Las palabras vertidas ayer por el Ejecutivo puntualizando que “...logramos que ningún enfermo de Covid se quedara sin una cama, no se nos murió nadie fuera de los hospitales” muestra un descomunal cinismo y la nula autocrítica de un régimen que fue rebasado por una pandemia anunciada con meses de anticipación y para la cual México no estuvo listo ni preparado.
El falso dilema del uso del cubrebocas y las sustanciales estupideces para evitar los contagios colocó al país como uno donde más mortalidad hubo, las cifras son demoledoras; un país donde los hospitales se saturaron rápidamente empujando a la iniciativa privada a reconvertir varios lugares en hospitales temporales para hacer frente a la crisis que rebasó al gobierno.
La verdad de la mentira en la crisis sanitaria colocó al mal llamado “zar” del SARS-CoV-2 en el epicentro del escándalo, del cinismo y de la impunidad.
Se negaron las vacunas a los médicos de hospitales privados. Se lucró electoralmente con las mismas. La desgarradora realidad mostraba en redes sociales y en medios de comunicación la falsedad de la narrativa exitosa de un modelo que fue pésimamente implementado, un esquema de salud mal organizado, una deplorable logística y una cifra de muertos que saturó crematorios. Millones de mexicanos perdieron a amigos, familiares y conocidos en una pandemia que desnudó por completo al gobierno y su transformación.
El engaño de que hubo disponibilidad de camas para todos lastima, ofende y agravia.
Miles de personas no tuvieron acceso a terapia intensiva y circularon imágenes del horror y la desesperación de personas con pacientes infectados y el mercado negro de los tanques de oxígeno como luz de esperanza para mantener con vida a seres queridos.
Al parecer falla la memoria presidencial o peor aún, ella es el punto de partida de la fantasía, el trampolín que dispara la imaginación en un vuelo (im)predecible hacia la ficción.
En pleno quinto año la cuatroté se presenta como el reino de la mentira y la simulación. Sus relatos que con frecuencia constituyen inexactitudes flagrantes se volverán en el futuro cercano mentiras históricas.
El fraude y las exageraciones de la narrativa mañanera sirven para expresar sus verdades inquietantes que sólo de esa manera sesgada ven un ápice de luz.
Abordar con esa ligereza y sorna el tema de la pandemia del covid-19 requiere puntualizar que en México la mortalidad excedente será un lapidario y permanente recordatorio de que las camas de hospital nunca fueron suficientes.
Y eso en sí habla del tamaño de la tragedia y el horror.
Lo demás, es lo de menos.
Así de claro.