La embestida y destrucción del Poder Judicial dice todo de las formas y del fondo morenista transformador. Es indudable que se necesita una reforma de gran calado en esa esfera de la justicia percibida llena de privilegios, arreglos y décadas de corrupción.
Sin embargo, en una democracia débil y sin contrapesos la desaseada manera en que se está llevando a cabo la discusión sobre la reforma conlleva riesgos graves que pueden afectar significativamente la estabilidad política que además está íntimamente relacionada con el desastre en materia de seguridad.
Por desgracia y/o fortuna la actual coyuntura en el país no favorece esos vientos destructores. Los ojos de los inversionistas están atentos a lo que sucede en México y pese a que una parte de los mercados ya digirieron los resultados de la pasada elección, todavía hay más del 50% que está cauto ante algunas señales que no abonan a dar la certidumbre necesaria para construir otro voto de confianza.
Si se suma el pésimo control de daños de los demócratas en los Estados Unidos ante el lamentable desempeño de Joe Biden en el pasado debate presidencial contra Donald Trump, el río para México va bastante revuelto.
El resultado de noviembre próximo tiene el potencial de definir significativamente el statu quo de los Estados Unidos en la región. Amén del impacto en la democracia y los derechos humanos con una probable política de intervenciones y sanciones, también influirá en la esfera económica, la política exterior y en la de seguridad bilateral y regional.
México está en el epicentro del debate por la ola de violencia, la impunidad de los abrazos presidenciales, el empoderamiento de las organizaciones criminales y su cogobierno en regiones enteras. Las imágenes todos los días sobre el fracaso y desastre en este rubro es el reto más importante para Sheinbaum obligada a dar resultados tangibles, rápidos y concretos.
No alcanzará una narrativa llena de politiquería, lugares comunes y buenos deseos si continúa el cuadro del horror mexicano que hace eco detrás de la iniciativa estadunidense de que México salga del Comando Norte.
¿Cómo se puede sustentar un discurso sobre desarrollo estratégico sin seguridad? Esta relación es circular y mutuamente reforzante. Es una relación compleja y bidireccional. Es brutal la interdependencia entre estos dos factores. ¿La fallida estrategia en seguridad continuará seis años más?
Actualmente no es posible vender la idea de que el país es idóneo para recibir nuevas inversiones, los datos de los mercados y el diagnóstico de expertos financieros sobre el ciclo vicioso en la subasta de bonos del Banco de México lo exhiben; riesgo país que sube, suben tasas, llegan dólares, se mantiene el tipo de cambio estable para repetir el ciclo. La vorágine se puede volver destructora. Y ni hablar del grado de inversión.
La peligrosa pirotecnia alrededor de la reforma judicial y su manejo está exponiendo además el desorden en la agenda. Sin hoja de ruta clara, están chocando las posturas al interior del rebaño moreno y de la SCJN. La jauría incontrolable actuando de manera caótica demuestra que desde los pasillos del palacio hay orden en ese desorden. Se da por descontado que será lo que el dedito presidencial ordene, sin embargo, el relato en estos aciagos meses para dar confianza al capital —doméstico y foráneo— testigo del caos institucional y de la ausencia de una mitigación del riesgo asociado, puede naufragar. Y el nuevo régimen de Claudia Sheinbaum no puede darse ese lujo.