La confrontación política ha sido el sello de la casa en los últimos meses. El activismo digital y la mañanera son la punta de lanza para el pleito sistemático contra todos los que no estén de acuerdo con la visión única del presidente López Obrador. Todos, sin matiz alguno son conservadores y traidores a la Patria.
La transformación de la narrativa y las promesas presidenciales en cuatro años ha sido asombrosa y ante la falta de resultados de un gobierno desordenado, desorientado, ineficaz y corroído por la corrupción en varias áreas no queda más que asirse a la línea dura. Las reglas de la construcción de una república amorosa —quizá pensada como un culto a la personalidad mas que una república incluyente y tolerante— están cada vez más fragmentadas en diversas esferas de influencia y la gobernanza se debilita cada vez más.
México se encuentra bajo una tensión significativa y el entorno político, social, sanitario, de seguridad y económico es más incierto y volátil convirtiéndose en riesgo inminente de fracturas mayores cuyo pronóstico es bastante reservado.
En estas condiciones la búsqueda del centro se vuelve nodal. Los extremos tensionan, la violencia verbal escala y se profundiza la polarización. Llama la atención que los expertos asesores que rodean al presidente no se alarmen de la ruta que lleva el discurso incendiario en el contexto nacional. El pueblo bueno y sabio está preocupado porque la crisis económica, de seguridad y la inflación los hunde mientras el círculo cuatroté disiente en silencio y la disputa por el poder los hace peores.
La transformación de un estadio de decisiones que pasa por lo débilmente estructurado a otro estadio de decisiones fuertemente ideologizadas y con fuerte dosis de soberbia comunica las condiciones de fragilidad y de certeza en rubros estratégicos.
Al carecer el gobierno de buenos resultados versus los otros datos y el golpe a la flotación moral, el manejo de la crisis es el pleito.
La línea de distracción es el reclamo sin forma alguna; arremeter en lo doméstico parejo y encarrerado venga la confrontación con España, Austria, Panamá y Estados Unidos.
Sin diplomacia alguna y con un tacto pendenciero la pirotecnia palaciega no alcanza para matizar, cambiar, recomponer y controlar la narrativa.
La coyuntura nacional y global irradia crisis y conflicto.
Ucrania padece por su posición geopolítica y estratégica clave en el presente y futuro del escenario internacional no solo por su relevancia misma sino por los actores hoy inmersos en el conflicto; Rusia, OTAN, Estados Unidos y la UE. La ruta bélica de Putin traerá consecuencias mundiales justo cuando se transita por el túnel de una pandemia no domada.
El timing de López Obrador de confrontarse con el gobierno de Biden exhibe la ignorancia supina de medir las aguas del escenario internacional. Suponer que México estará aislado del conflicto es por decir lo menos, una insensatez y se asume que se escucharon fuertes y claras las palabras del presidente estadunidense espetando “que en estos momentos cualquier aliado de Rusia es enemigo de Occidente y de los Estados Unidos...”
Es decir en palabras melodiosas del diccionario cuatroté; se está con nosotros o se está en contra.
Así tal cual. Sin medias tintas.
@GomezZalce