Mazatlán trae un auge de casi 10 años en lo turístico derivado de la apertura de la carretera nueva Mazatlán-Durango en 2013, y esto ha detonado al puerto atrayendo inversiones, turismo y generación de empleo.
Previo a este acelerador, la perla del Pacífico había vivido una de sus peores crisis económicas y de seguridad. ¡El puente Baluarte los salvó! y les dio una nueva bocanada de aire en lo que respecta al turismo nacional.
Quirino Ordaz llegó en 2016 a la gubernatura y se convirtió, por ser mazatleco y hotelero, en el mejor presidente municipal que ha tenido Mazatlán; se dedicó a embellecer la zona turística, pero se olvidó de las colonias populares, de la planeación y desarrollo urbano y de los servicios básicos. Se olvidó de la sentencia lapidaria de Philip Kotler cuando nos dice que “el crecimiento siembra la semilla de su propia destrucción”, por lo que se hace necesario planearlo, dirigirlo y controlarlo.
Mazatlán vive su auge acompañado de sus crisis de agua potable, de narcomenudeo, de trata de personas, lavado de dinero, desorden en las playas de su zona dorada, inundaciones pluviales en temporada, la falta de planeación e infraestructura urbana básica como drenaje y saneamiento de aguas residuales, etc.
Aun así, con todo y sus lastres, Mazatlán tiene un gran potencial: además del turismo de playa para nacionales y extranjeros, puede ser un destino para retirados clasemedieros americanos y canadienses porque “the Pacific Pearl” es muy barato comparado con destinos como Los Cabos o Vallarta. Y cuenta con su centro histórico como un activo de su atractividad turística.
También Mazatlán tiene un gran potencial industrial y portuario, sin embargo, esto no ha sido explotado adecuadamente, ni se ha hecho la tarea de infraestructura física y de desarrollo humano para aprovechar esta vocación.
Qué decir de su potencial cultural, mucho por desarrollar en este campo, pero difícil que lo entiendan gobernantes incultos. Rocha Moya no lo es, esperamos…
Hasta hoy lo hemos mencionado timoratamente y se hace necesario decirlo con orgullo, el mejor activo de Sinaloa es su gente; y lo es porque el sinaloense tiene carácter.
No es fortuito que Sinaloa cuente con una de las empresas comerciales nacional de mayor ritmo de crecimiento en ventas de los últimos 25 años, también tenemos el mayor atunero de Latinoamérica, contamos con extraordinarios horticultores y hoteleros de vanguardia, en la industria alimentaria también destacan sinaloenses, lo hacen en la medicina, el deporte, la cultura, la política… y hasta en lo malo sobresale el carácter sinaloense.
Hoy es tiempo de poner el acento en el desarrollo de nuestro recurso humano a través de la educación y la cultura, y a su vez convertir a Sinaloa en tierra de emprendedores, donde tengamos en las universidades públicas y privadas el mejor programa emprendedor del mundo, acompañado del proyecto más agresivo de incubadora de negocios y financiamiento de start ups; requerimos de programas de vinculación empresarial en las escuelas y universidades. El gobierno socialista de la ciudad de Barcelona en España, tiene un exitoso programa con estos enfoques.
Lo anterior deberá hacerse como sugiere “el modelo del carro siciliano” de Leoluca Orlando, padre del renacimiento del Palermo en Italia: “es el tradicional carro de dos ruedas, la de la cultura y la de la legalidad, y ambas deben girar a la misma velocidad si no el carro no avanza sino que gira sobre sí mismo.