Fue el 15 de noviembre de 2018 cuando el electo López Obrador, antes de tomar posesión como Presidente constitucional, anunció que contaría con el acompañamiento de un consejo asesor integrado por distinguidos miembros del sector privado y que este órgano se constituiría a petición expresa de los propios empresarios.
Esta fue el acta de nacimiento, pero también el acta de defunción de dicho órgano consultivo ya que, como el propio Presidente lo anunció, esta no fue una iniciativa de López Obrador sino de los propios empresarios: “Ellos quieren apoyar, quieren ser consejeros del Presidente… les tomé la palabra”, concluyó el entonces virtual presidente.
En ese tiempo se nombró a Alfonso Romo como coordinador del consejo asesor empresarial de la Presidencia que se formaba con la participación de Carlos Hank (Banorte), Bernardo Gómez (Televisa), Ricardo Salinas (Gpo. Salinas), Olegario Vázquez (Gpo. Ángeles), Miguel Rincón (Biopapel), Raúl Gutiérrez (de Acero), Daniel Chávez (Vidanta), Miguel Alemán (Interjet). Posteriormente se integró a los también empresarios Germán Larrea (Gpo. México) y Carlos Slim (Gpo. Carso), entre otros.
Se sabe que el presidente López tuvo escasas reuniones con este grupo asesor y que, además, estos influyeron muy poco en las decisiones del Presidente en materia económica y de promoción de inversiones. La realidad es que al presidente López Obrador de poco le sirvieron “los asesores” porque él no escuchó absolutamente a nadie. El Presidente dejó claro a lo largo de su sexenio que solo él tiene el monopolio de la verdad en todos los temas. Y en materia económica, los anhelos de crecer al 4% anual promedio del PIB quedó como muchas de las promesas de este este sexenio, en puras palabras.
Lo anterior es importante porque el sector empresarial no debe cometer el mismo error que con López Obrador, es decir, los empresarios no deben dar un cheque en blanco a la 4T ni mucho menos prestarse para ser floreros de la nueva Presidenta. Claudia Sheinbaum deberá dar pruebas reales de que sí tiene un interés genuino de abrirse al diálogo con la iniciativa privada.
México requiere con urgencia del diálogo. Un verdadero diálogo que siempre deberá darse entre iguales, mirando de frente, sin ver al interlocutor ni para arriba ni para abajo; sin prepotencia, ya que el diálogo da a las ideas del otro la misma importancia que damos a las nuestras. Diálogo que reconoce que todos tenemos algo que aportar en la construcción y reconstrucción de nuestro país.
La doctora Claudia Sheinbaum hace días anunció el nombramiento de Altagracia Gómez Sierra, hija del empresario jalisciense Raymundo Gómez Flores, para coordinar un Consejo Asesor Empresarial con el objetivo de impulsar la inversión privada para el desarrollo regional y la relocalización de empresas.
El gran reto para la coordinadora del grupo asesor será que éste no sea una figura decorativa del nuevo gobierno y que la joven empresaria Gómez logre influir en la integración de dicho órgano consultivo y promotor, estableciendo una agenda de reuniones periódicas con la Presidenta y su gabinete económico, y que además garantice la interlocución con los organismos del sector privado para que este comité asesor sea, junto con la Secretaría de Economía, el mejor aliado del sector productivo en el gobierno de Sheinbaum. Ojalá así sea por el bien de México, ya que el segundo piso no deberá repetir los mismos errores.
Ingeniero industrial y empresario