Hace algunos años hicimos un desarrollo inmobiliario de departamentos en Mazatlán asociados con el dueño del terreno, quien pidió que presentáramos el proyecto al Presidente municipal de entonces.
Así, invitamos a comer al alcalde, el inversionista, los desarrolladores y el arquitecto para platicar sobre la inversión que realizaríamos. Se le presentó el proyecto y se emocionó y ya entusiasmado me dijo. ¿En que te ayudo?... ¡nomás no estorbes!, le contesté.
Es increíble lo que estorban muchos gobiernos a la inversión productiva y a los ciudadanos en general. Con esta idea, Carlos Castillo Peraza, el fallecido ideólogo panista, escribió un artículo en marzo del año 2000 donde aseguraba que “el peor daño que se puede infligir a una persona o a una comunidad es hacerles perder el único bien que no pueden recuperar en caso de perderlo: su tiempo”, ya que este despojo es absolutamente irreparable, “ya que el tiempo que se va ya no vuelve”.
Así, Castillo nos invita a medir la calidad de un gobierno “en términos del tiempo que hace perder, por la negligencia o por ineficiencia, por estupidez o por malevolencia o por cualquier otra razón, a sus gobernados”.
El ideólogo panista se atreve a declarar que uno de los principales derechos del ciudadano, además del derecho a la vida, es el derecho a no verse obligado a perder su tiempo por obra y desgracia de su gobierno. Señala que incrementar los tramites burocráticos sin necesidad, contribuye coercitivamente a que las personas tengamos menos tiempo para nosotros mismos, aunado a los costos económicos que nos generan.
Con esta idea podemos concluir que una autoridad que respeta a las personas es aquella que tiene un respeto escrupuloso por el tiempo de los demás; es así como se constituye en verdadero servidor público.
Nos pregunta Castillo Peraza ¿cuál sería, desde la consideración del tiempo, único bien absolutamente no renovable, el mejor gobierno que los mexicanos deseamos para el siglo XXI? “Sin duda aquel que fuese capaz de organizar y ordenar la vida en común de manera que cada uno de nosotros pierda el menor tiempo posible”. De tal manera que podamos disponer de más tiempo para nuestras actividades productivas, educativas, familiares, culturales, de esparcimiento, de descanso y espirituales.
Y ¿cuál sería el peor gobierno? ¿el más ladrón de tiempo?, vuelve a cuestionar el también periodista. “Aquel cuya estupidez y cuya maldad constriñera a sus gobernados a desperdiciar o a perder más tiempo. Dime cuánto tiempo me obligas a perder y te diré cuán mal gobernante eres, y esto es válido para todos los poderes del Estado”, concluye Carlos Castillo.
Es evidente que los gobiernos de los últimos 50 años nos han robado tiempo de una u otra forma, por ejemplo, en retrasar la verdadera democracia, el estado de derecho, la justicia, en trámites burocráticos innecesarios para generar corrupción, en simulación y mentiras; en retrasar los avances legislativos necesarios por egoísmos e interés partidistas, etc.
Pero la pregunta que conviene hacernos hoy es ¿qué tan buen gobierno o malo en términos de tiempo ha resultado la 4T? ¿cuánto tiempo nos ha obligado a perder a los ciudadanos y a las empresas? Las discusiones, resoluciones y las iniciativas legislativas ¿han aportado valor o solo han generado pérdida de tiempo?
Todas estas preguntas conviene hacernos, para una evaluación objetiva de la 4T, aunque yo creo que en muchos aspectos este será un sexenio perdido.