Han pasado ya la navidad, las fiestas de año nuevo y ayer el día de reyes, por lo que concluye un largo periodo vacacional que obliga a la reflexión, a la convivencia familiar y pensar en proyectos para este año que comienza, tanto personales, profesionales como empresariales y sociales.
Uno de los grandes aprendizajes que nos ha dejado la pandemia es valorar la vida y disfrutarla, disfrutando lo que hacemos no solo querer hacer lo que nos gusta. Vivir con pasión, esa entrega y dedicación que nos obliga el saber que hoy es lo único que tenemos y que puede ser nuestro último día. Así lo hemos constatado con la triste partida de muchos amigos y amigas que no se nos adelantaron en el camino en tiempos de Covid-19.
Tatiana, mi hermana, nos narra cómo mi padre vivía con esta filosofía, en el capítulo titulado “La muerte, una invitada permanente” de su libro Maquio, Mi padre. (Grijalbo 2007). “Maquio entendió al reconocer que la muerte siempre está a nuestro lado para ayudarnos a resolver ante cualquier duda. Manuel lo entendió muy bien ya que vivía con la prisa de quien vive su ultimo día y con la alegría de quien vive su primero”.
Hoy la pandemia nos ha hecho comprender que la muerte es una invitada permanente y que nunca se sabe en qué momento nos dirá: ha llegado tu turno.”
Ojalá y que estas fechas de reflexión nos ayuden a aceptar, como Maquio, con madurez que venimos acompañados de “la flaca” y que en lugar de querernos pelear con ella nos dejemos guiar para ser mejores personas.
Los mexicanos somos muy dados a quejarnos de nuestro gobierno y vaya que hemos tenido motivos para ello ante la mala calidad e ineficiencia de los servicios que prestan nuestros gobiernos en los distintos niveles, o bien por la lacerante corrupción que impera en quienes ostentan poder y que no entienden que autoridad es sinónimo de servicio y que no se debe ejercer el poder con criterio patrimonial.
Aun así, debemos preguntarnos los mexicanos, ¿soy un ciudadano ejemplar en mi comunidad? ¿exijo mis derechos y cumplo con mis obligaciones ciudadanas? ¿soy respetuoso de la ley y de los derechos de los demás? ¿soy honesto en mi trabajo o solo exijo honestidad de los trabajadores y funcionarios del sector público? ¿soy exigente con los gobiernos para que ofrezcan los servicios públicos con la calidad a la que están obligados y respeten los derechos humanos de los ciudadanos o solo soy complaciente y por consecuencia cómplice de toda la ineficiencia gubernamental y del abuso del poder en sus diferentes manifestaciones? ¿participo activamente en mi comunidad dando algo de mí a los demás ya sea mi tiempo, mi talento o mi dinero, o soy una persona egoísta que solo pienso en mí y mi familia olvidándome de las necesidades de otros que no han tenido las mismas oportunidades que yo?
En fin, mucho podemos todos aportar en la mejora de nuestro querido México empezando por esforzarnos en mejorar nosotros mismos y siendo personas generosas que cumplimos la máxima de la Madre Teresa de Calcuta cuando nos decía: hay que dar hasta que duela. Que en este 2022 seamos más exigentes con nosotros mismos y con nuestros gobernantes y además seamos más generosos con los demás. ¡Feliz año a todos!