Corría el segundo semestre del año 2000, había ganado Fox la Presidencia, Juan Millán tenía más de año y medio como gobernador de Sinaloa y yo dirigía el periódico Noroeste.

En el Noroeste habíamos realizado una investigación que encabezó el periodista José Alfredo Beltrán donde se visitó Sonora, Durango y Nayarit para comprar leche, analizarla en laboratorios y constatar el precio y la calidad, asi como la presentación del producto en estos estados para compararlo con los de Sinaloa. El gobierno sinaloense prohibía la venta de leche de otros estados con el pretexto de proteger a los ganaderos lecheros. Cabe mencionar que la principal industria lechera del estado era la lechera Santa Mónica, propiedad de la familia del Mayo Zambada.

La noche que la redacción decidió la publicación del trabajo periodístico que evidenciaba que el gobierno de Millán protegía a “los industriales lecheros” del estado en detrimento de los consumidores, apareció un mensajero a decirme que Millán tenía un expediente penal contra mí. Era una clara amenaza para que no publicáramos. Mi respuesta fue “dile a Millán que se la meta por el culo”. Publicamos y a los 3 días las fronteras de Sinaloa estaban abiertas para la venta de leche de otros estados, pero a partir de entonces la represión contra un servidor se vino con todo.

Entrando el año electoral 2004 para la renovación del gobierno estatal en Sinaloa, llegó a visitarme una enviada del CEN del PAN que portaba su última encuesta para el proceso que se realizaría el 14 de noviembre. Los números daban 34% de preferencias al PRI con Jesús Aguilar padilla como candidato, mientras un 33% eran para un servidor si me postulaba por el PAN. “Esta es una elección ganada, nosotros estamos acostumbrados a empezar 20 puntos abajo siempre y remontar, por lo que empezar en empate significa que está ganada”, me dijo la panista. Yo le contesté que no estaba preparado ni tenía ganas de meterme a la política y que estaba muy ocupado en la tarea empresarial, pero me insistió que asistiera a una reunión con la cúpula panista, y accedí.

Me recibieron Luis Felipe Bravo Mena, presidente del CEN; y Manuel Espino, secretario general. Estaban presentes Don Luis Álvarez, Humberto Rice y Gabriela Ruiz, entre otros. Me repitieron los resultados de la encuesta y me invitaban a ser candidato del PAN a la gubernatura de Sinaloa sin ser militante. Yo les dije que Sinaloa tenía problemas serios de violencia, narcotráfico y narcopolítica y que el gobierno foxista no había hecho absolutamente nada sobre estos asuntos. Pregunté que qué opinaba Fox sobre los problemas de Sinaloa, por lo que se buscó una reunión con el Presidente.

Fuimos recibidos por Fox en su despacho en los Pinos, Luis Felipe, Don Luis y un servidor. Nos recibió Vicente, nervioso y evasivo. No le pedíamos apoyo electoral, solo que se comprometiera con hechos a combatir el narco y la narcopolítica en el estado, a lo que Fox Quesada contestó: “Eso lo vamos a atender cuando seas gobernador”.

Salimos caminando los tres: Luis Felipe a mi izquierda y Don Luis a mi derecha. Caminamos el pasillo desde el despacho presidencial hasta el estacionamiento en absoluto silencio, nadie hablaba ni nos volteábamos a ver, solo caminábamos de frente cuando de repente al llegar al estacionamiento Don Luis espetó: “Manuel, Vicente no te falla”.

La historia dice que yo no fui candidato, Fox entregó la Presidencia en una controversial elección, y Sinaloa, 20 años después, sigue con la violencia, el narcotráfico y la narcopolítica.

Ingeniero industrial y empresario

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