Mi padre Maquio nos enseñó a sus hijos el gusto por el mar. De pequeños nos llevaba al pueblo pesquero Altata, cerca de Culiacán, y fue ahí donde aprendimos a pescar, esquiar, velear y que al mar hay que hablarle descalzo.

Más tarde ya adolecentes nos llevaba a pescar a la Baja California en la zona de los barriles entre la Paz y los Cabos, a un hotelito que se llamaba Punta Colorada del Bob y la chacha Van Wormer.

Años después en los 80’s, mi padre compró un yate en sociedad con Don Enrique Coppel, quien, además de ser buena persona y empresario, era un extraordinario marinero y así seguimos disfrutando el hermoso paraíso que es el Mar de Cortés.

El año pasado nos invitó, a mi esposa y a mí, un entrañable amigo a pasear en su yate en el Golfo de California por las islas al norte de la Paz, Baja California Sur.

El viaje era con él y su familia por lo que fuimos informados del protocolo antiCovid que se seguiría, la embarcación sería sanitizada previo al embarque y nosotros debíamos mostrar la prueba Covid con resultados negativos realizada con 3 días de anticipación, y además del uso obligatorio de cubrebocas.

Tuvimos un viaje y una convivencia sensacional, disfrutamos los paisajes paradisiacos que genera el encuentro del desierto con el mar; también practicamos los deportes acuáticos de la pesca y el buceo y fuimos atendidos por un distinguido servicio de la tripulación que se lució con sus comidas gourmet.

Después de 4 noches en el mar bermejo regresamos a casa con bien y con salud, pero sobre todo con esa paz interior que genera la Baja.

Recientemente recibí un oficio de la Secretaría de Marina firmado por el capitán de puerto de la región naval de la Paz, B.C.S. fechado el 22 de junio de 2021 titulado “A toda la comunidad marítima en general”, donde se informa que se aprobó la permanencia en el nivel 5 en el sistema de alerta sanitaria de los municipios de La Paz y Los Cabos derivado de los contagios del Covid

Nos dice el oficio de marras que en conjunto con Cofepris, la capitanía de puerto revisará las embarcaciones para verificar el cumplimiento de los protocolos de salud establecidos donde destacan el uso obligatorio de cubrebocas, así como el 30% de aforo de pasajeros para actividades recreativas náuticas.

Yo puedo tener mi casa de residencia fija, mi casa de recreo ya sea de campo o playa, puedo tener una casa rodante o bien una casa navegable como lo es un yate.

¿Cómo es posible que la autoridad me prohíba que puedo utilizar mi casa flotante estableciendo como requisito obligatorio que solo puedo ocuparla al 30 % de su capacidad? Esta estupidez arbitraria me hace recordar cuando la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, quiso establecer lineamentos obligatorios anticovid para los centros de trabajo pretendiendo que los varones debíamos rasurarnos la barba y el bigote.

Esto que parece una trivialidad es importante porque no podemos permitir a la autoridad que invada la esfera de la vida privada. La autoridad, en lo que respecta a los asuntos personales y de la vida privada solo puede recomendar, no obligar.

Si queremos mantener nuestras libertades deberemos aprender a ponerle límites a la autoridad y exigirle que su obligación es respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de las personas.

El artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada su familia, su domicilio… y el artículo 13 señala: Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia…

Ingeniero industrial y empresario