El pasado viernes 30 de julio, el presidente López Obrador, en su gira por Culiacán, dijo: “Tengo la conciencia tranquila” sobre los sucesos del 17 de octubre de 2019 cuando se atrapó y liberó al presunto narcotraficante Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán.

“Por eso nos criticaron mucho cuando se dio la orden de dejar en libertad al hijo de Guzmán Loera aquí en Culiacán, yo tomé la decisión ¿Por qué? No quisimos arriesgar al pueblo, no queremos violencia y esto no se entiende, los autoritarios facistoides quisieran resolver todo con el uso de la violencia”, concluyó el presidente.

Primero es necesario hacer memoria para responder al primer mandatario su atrevida conclusión de “tengo la conciencia tranquila”. Fueron la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano quienes de manera “coordinada” llevaron a cabo el operativo de captura del hijo del Chapo Guzmán con fines de extradición.

El operativo fallido inició acciones de captura entre las 14:00 y las 15:00 horas de Culiacán, es decir a la hora de la comida, de regreso al trabajo por la tarde y la hora de salida laboral de la burocracia, es decir se realizó en un horario y una zona (Tres Ríos) de mucha afluencia civil y vehicular.

Si recordamos la mayoría de los operativos exitosos de captura de grandes capos por parte de las Fuerzas Armadas, se realizaban en horarios de menor actividad como horas de la madrugada y con gran precisión táctica.

¿Quién ordenó la captura fallida de Ovidio? El presidente López responde a esta pregunta en la misma conferencia de prensa en Culiacán donde dice estar tranquilo de conciencia, ya que presumió “¿Cuándo habían visto que se reúna el gabinete de seguridad todos los días?” También señaló: “Las Fuerzas Armadas tienen un comandante supremo que es el presidente”.

De los señalamientos anteriores se concluye que el Presidente no solo estaba informado de dicha acción, sino que fue el primer mandatario quien avaló el operativo fallido que puso en riesgo a la población de Culiacán, ya que las fuerzas castrenses no se mandan solas, sino que tienen un comandante supremo.

También el propio Presidente ratifica que fue él quien dio la orden de liberar a Ovidio Guzmán tras el fracaso de la operación de captura, ya que los criminales dieron muestra de mayor estrategia y táctica, superaron en poder de armamento a las “fuerzas” del orden, y de que el crimen organizado está mejor preparado para enfrentar sin miedo al Estado mismo.

El titular de Sedena, Luis C. Sandoval dijo que se actuó de manera precipitada con deficiente planeación y que “hubo falta de precisión sobre las consecuencias de la intervención.”

Por eso cuando el Presidente nos dice que tomó la decisión de liberar a Guzmán porque “no quisimos arriesgar al pueblo”, es una mentira más y un manejo demagógico de los hechos, ya que no tenía opción.

Fue el Presidente como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y cabeza del gabinete de seguridad, que se reúne a diario, quien autorizó un operativo improvisado a las 2 de la tarde en jueves después de quincena y puso en riesgo a la población de Culiacán.

Además, la liberación del presunto narco es la aceptación tácita de que el Estado y las fuerzas de la Seguridad Nacional fueron sometidas por los criminales dejando constancia de que en México hemos cruzado el punto de no retorno, donde el costo de combatir al crimen organizado es mayor al costo de tenerlo y por eso tenemos un Estado fallido.

Ingeniero industrial, empresario