Después del encuentro con el presidente Fox en Los Pinos en 2004, donde este dejó claro que no tocaría los principales problemas de violencia y narcotráfico en Sinaloa, el 29 de septiembre de 2006 con Carmen Aristegui en CNN señalé que el narco y la narcopolítica eran de los principales riesgos a la incipiente democracia mexicana.

En esa entrevista hace 18 años dije: “Y lo grito precisamente por que quien llegue a ser Presidente el próximo sexenio: tiene que considerar esto, porque no puede ser, y lo reclamo como sinaloense, que nos echemos otros 6 años sin que Sinaloa sea tocado”, concluí.

Cuando el presidente Felipe Calderón declara la guerra contra el narco en diciembre de 2006, despertó en mí una ingenua esperanza de que se podía recuperar al menos 3 estados: mi Sinaloa, Tamaulipas y Michoacán. Los 3 estaban bajo el total control del narcotráfico y la narcopolítica.

En Sinaloa la narcopolítica la lideraban el exgobernador Juan Millán, el gobernador Jesús Aguilar, el empresario Jesús Vizcarra y el financiero Óscar Lara Aréchiga.

Empezaba el año de 2010 donde se renovaría el gobierno del estado en Sinaloa el domingo 4 de julio. Yo había incursionado en la política aceptando la invitación del PAN para ser diputado federal (2009-2012) y analizaba la posibilidad de ser candidato a la gubernatura por lo que busqué nuevamente una reunión con el Presidente de la República, Felipe Calderón, para constatar su compromiso en la lucha contra el narco y saber si Sinaloa estaba incluido, porque no había sido tocado.

El problema no era ser candidato a la gubernatura de Sinaloa, el verdadero problema era si ganabas. Por eso era tan importante saber si se contaba con el apoyo presidencial en el combate a la violencia, el narcotráfico y la narcopolítica en mi estado.

El presidente Felipe Calderón me recibió en su despacho en Los Pinos junto con su secretario particular, Luis Felipe Bravo Mena, un jueves 21 de enero de 2010. Ante mis comentarios sobre la grave situación que se vivía en mi estado, el Presidente cortó la charla tajante: “No tenemos información”, fue el argumento que espetó para justificar no actuar en Sinaloa.

La respuesta del Presidente me molestó, por lo que arranqué 4 hojas de mi libreta amarilla donde llevaba mis notas, las puse golpeando la mesa al tiempo que exclamé: “Aquí está la información”.

Calderón se levantó de su sillón y yo también en una clara muestra de que dábamos por terminada la reunión. Caminamos a la puerta y nos dimos la mano en un forcejeo fuerte y me dijo: “Para gobernar Sinaloa se necesita inteligencia, amor a la patria y huevos”.

“De amor a la patria y los huevos no tenga duda, señor, y la inteligencia se la dejo a su criterio”, le contesté retadoramente.

Caminé nuevamente ese pasillo largo acompañado de Luis Felipe Bravo, como lo había hecho 6 años antes, y le dije: “A ti te han tocado las 2 reuniones, con Fox y ahora ésta… ¿cómo debo leer esto? ¿qué quiso decir el Presidente?...". "No sé", contestó Bravo Mena encogiendo los hombros.

A los días, regresé a Los Pinos a dar respuesta de mi decisión, ya no me recibió Calderón, fue Luis Felipe acompañado de aquella chamaquita soberbia que era jefa de la oficina de la presidencia: Patricia Flores Elizondo.

Les comuniqué que no iba a participar en la contienda por la gubernatura, al tiempo que me solté llorando de rabia por la impotencia de ver que mi estado nuevamente estaba destinado a seguir en manos del narco y la narcopolítica.

Ingeniero industrial y empresario

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