A partir del 2 de diciembre del 2024, por decreto presidencial, la Universidad Rosario Castellanos es Nacional: pasó de URC a UNRC para ampliar la oferta de educación superior mediante Unidades Académicas de la RC en las “entidades y municipios que presentan mayores rezagos educativos” y socioeconómicos.

Antes de explorar las características de la universidad otrora capitalina, en proceso de expansión territorial a los estados para ser nacional, conviene tener una idea del tamaño y complejidad del conjunto institucional de este nivel en México.

En 1950, había 32 mil estudiantes, casi todos varones y en licenciatura. Asistían a 40 instituciones en toda la república. La tasa de cobertura era de 1.5% del grupo de edad normativo. ¿Personal académico? Quizá 2 mil.

En 2024 hubo 5.4 millones de estudiantes – dos tercios en el sector público – y 4 mil 609 instituciones – 75% son privadas. La cobertura, contando matrícula escolarizada y no escolarizada, fue 44%, y la planta académica ocupa medio millón de puestos de trabajo. ¿De tiempo completo? 125 mil (sólo la cuarta parte).

Es inmenso el cambio, no solo por la magnitud sino por la mutación de una educación superior de y para las élites, a una más inclusiva en que, por ejemplo, 25% de la matrícula proviene de los 4 deciles más bajos en la distribución del ingreso, y las mujeres superan al 50%.

Se han diversificado las opciones. En el sector público tenemos 6 Instituciones Federales; 35 U Públicas Estatales; 23 U Estatales con Apoyo Solidario; 17 U Interculturales; 64 U Politécnicas; 145 U Tecnológicas; 128 Institutos Tecnológicos Federales y 122 Estatales, que conforman el Tecnológico Nacional de México desde 2015; 298 Normales o IES que preparan docentes; 38 Centros Públicos de Investigación y 280 entidades clasificadas como Otras Instituciones Públicas, incluida la Universidad Nacional Abierta y a Distancia de México. Son mil 156 entidades educativas, más 3 mil 355 particulares. (Datos de SEP)

Podemos imaginar, entonces, las variadas combinaciones en cada entidad o región en las que están ubicadas, pues decir que están relacionadas es riesgoso: más que sistemas, hay conjuntos inconexos (aglomerados) en las diversas escalas de observación factibles.

Pido perdón: son muchas cifras en tan poco espacio, lo sé. Pero creo que es necesario comprender la magnitud y diferenciación del nivel para que las preguntas que siguen tengan asidero.

La administración actual —a través de la SEP y la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación de la que dependerá la UNRC— ¿cuenta con estudios de la situación actual del subconjunto de la educación superior en el país y sus regiones? ¿Estos análisis fueron los que hicieron necesario crear otra modalidad institucional? ¿Dónde se pueden consultar? Como incrementar escuelas no es el único modo de dar cabida a más estudiantes: ¿qué aporta la UNRC (como modelo educativo) a los agregados institucionales que hemos referido? ¿Existe alguna evaluación independiente que ratifique el éxito atribuido por sus impulsoras en la CDMX? Dada la diversidad de México, ¿conviene que se replique este modelo en todo el país? ¿No volvemos a tropezar con el centralismo y el arraigado control federal?

Toda política pública requiere argumentos que den cuenta de su lógica. Los expuestos en el Decreto son muy generales. Lo crucial es saber en qué se distingue la UNRC de las otras opciones, qué se espera de ella y cómo se relacionará esta institución federal con las ya existentes.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México @ManuelGilAnton

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