“Si no podemos medir lo que es valioso, acabaremos por valorar, nada más, lo que es medible” (Birnbaum, 2000)
Cada que se dan a conocer los resultados de la evaluación que realiza la OCDE en torno a la educación en varios países, pasa lo mismo: ¿en qué lugar quedó México? Como si fuera la tabla de posiciones de una liga de futbol, una actitud dominante, pero estéril, se complace en reiterar que estamos en los últimos lugares, que es un desastre lo que ocurre en el país en esa materia. Se usa como “información” simplista muy adecuada a las ocho columnas o a mensajes coléricos en las redes, propios de personas ignorantes, proclives al escándalo, y perdemos la oportunidad de pensar en lo que significan.
PISA mide lo que quiere medir, y tiene un sesgo al provenir de una agencia orientada al aprendizaje apropiado para la producción de Capital Humano —reducción enorme de la función educativa en las sociedades contemporáneas. Aceptando, sin conceder, que lo que cuantifica se relaciona con la importancia de la educación en la formación de las personas, los datos pueden servir para abrir pistas a la comprensión de la crisis de los sistemas educativos en el mundo.
Pensemos en dos dimensiones, una menos importante que la otra, que derivan de la mirada cuidadosa de un experto, Felipe Martínez Rizo, quien publicó un texto ponderado en el Blog sobre educación de la revista Nexos este 6 de diciembre, un día después de que se dieron a conocer los resultados de esta prueba estandarizada que se aplicó en 2021 en 73 países.
La primera compara datos entre esas naciones y el promedio de la OCDE: la media general arroja que en Matemáticas se consiguen 472 puntos, en Comprensión Lectora 476 y en Ciencias 485. México, que de acuerdo a la prelación por los resultados en Matemáticas obtiene el lugar 51 entre los 73, logró 395, 415 y 410 respectivamente. Martínez Rizo argumenta que este sitio en el ordenamiento es coherente con el lugar que nuestro país ocupa en cuanto al PIB y el Índice de Desarrollo Humano.
En el promedio de la OCDE, entre 2018 y 2022 —periodo atravesado por la pandemia— hay una caída: en Matemáticas, 15 puntos; en Comprensión Lectora 10 y en Ciencias 2. Nuestro país registra también un descenso, pero menor en los dos primeros: 14 y 5 en el mismo orden, y mayor (9) en el tercero. Sin embargo, Finlandia pierde 23, 30 y 11, y Alemania 25,18 y 11, aunque sus niveles de desarrollo son incomparables con México.
La dimensión más profunda del reporte consiste en comparar el nivel de aprendizaje que supone PISA ha ocurrido. En este caso, en el nivel 2 e inferiores (que en su escala indican que no se logra lo previsto a los 15 años, luego de al menos 10 de escolarización) la media de la OCDE es, en Matemáticas, 26.3%, y en los niveles 5 y 6, que serían los esperables y más altos, a 8.7%. México consigue solo 0.2% en los más altos, y se ubican 66% en los más bajos. La diferencia es muy grande, pero sugiero que, además de la comparación, veamos los datos generales: la escuela en el conjunto de los países más ricos, y los que se han sumado el ejercicio, sitúa en menos del 10% a los que logran niveles destacados. En lo que mide PISA, sea lo que sea, ni uno de cada 10, en promedio, logra aprender lo establecido. ¿No es este un dato muy fuerte del desajuste de los sistemas educativos con respecto a lo que se proponen? Más allá de señalar que estamos mal en contraste con otras naciones y el promedio, parece ser que la escuela está fallando en este conjunto de naciones. Es un tema a pensar en serio, más allá de la tabla de posiciones futboleras y el escándalo. Y no es menor.