El sistema educativo nacional es grande no sólo por los casi 30 millones de estudiantes que integra a lo largo y ancho del territorio nacional, sino también por la multiplicidad de desafíos que enfrenta.
Dentro de esta adversa realidad, es posible encontrar que una parte considerable de las madres y los padres de familia con hijos en edad escolar enfrentan la problemática de que sus horarios laborales difícilmente les permiten armonizar con el tiempo en el que su hijo asiste a la escuela, además de carecer de algún familiar que brinde el acompañamiento necesario a la niña o niño.
Ante ello, el gobierno mexicano implementó en 2007 el Programa Escuelas de Tiempo Completo, surgiendo como una propuesta pedagógica innovadora cuyo objetivo general era la creación de ambientes educativos propicios para ampliar las oportunidades de aprendizaje y el desarrollo de competencias de las y los alumnos conforme a los principios y propósitos que rigen a la educación básica.
Con el paso de los años, los objetivos de dicho Programa evolucionaron en atención a las nuevas realidades y demandas, bajo el esquema de que la jornada ampliada se aprovechara para enseñar más tiempo contenidos curriculares, además de agregar acciones encaminadas a paliar la desnutrición y fortalecer el tejido social de la población.
De tal manera que, con este programa, al tiempo de fortalecer las habilidades académicas de la niñez, se otorgaba comida sana a todos los alumnos, lo que lamentablemente en muchas ocasiones significada la única comida del día para esas niñas y niños. Así, las madres y los padres de familia podían estar tranquilos porque sus hijos se encontraban en un lugar seguro atendidos por personal docente.
Cabe mencionar que este programa también beneficiaba a las maestras y los maestros de México, pues percibían recursos económicos adicionales por las horas extras de aprendizaje. De hecho, evaluaciones realizadas a esta expansión del modelo educativo alentaban sobre los efectos positivos que brindaba para las y los estudiantes de nuestro país.
No obstante, con la llegada de los gobiernos de Morena al poder, el Programa Escuelas de Tiempo Completo fue uno de los muchos, que a pesar de su probada funcionalidad se optó por desintegrarlo. Y si bien es cierto que la propia autoridad educativa ha señalado que “no desapareció”, sino que ahora se “entregarán los recursos directamente”, también lo es que esta medida a todas luces es una estrategia electorera y asistencialista que busca confundir a la opinión pública y pulverizar un programa que se ejercía de forma adecuada.
Los datos son duros, pues 3.6 millones de alumnos a nivel nacional se quedaron sin la jornada ampliada que se aplicaba en más de 27 mil escuelas. De igual forma, es importante recordar que 70.5% de las escuelas de tiempo completo eran indígenas o rurales y el 53.8% de los centros educativos ofrecían servicios de alimentación a 1.4 millones de estudiantes; por lo que su eliminación también significó un retroceso brutal en la lucha por disminuir la brecha de desigualdad entre el México urbano y el rural.
Por ello, y en el contexto del eventual análisis, discusión y aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2023, sería de vital importancia garantizar tanto legal como presupuestariamente que este programa benéfico siga operando año tras año, independientemente de los vaivenes políticos.
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@manuelanorve