La Universidad Nacional Autónoma de México tiene una historia de casi cinco siglos de formar parte de la vida académica y cultural de nuestro país, con la creación en 1551 de la Real y Pontificia Universidad de México, transitando por un sinnúmero de etapas en el devenir nacional.

El 26 de mayo de 1910, bajo la iniciativa del Maestro de América, don Justo Sierra, se expidió el decreto por el que se crea la Universidad Nacional, misma que fue inaugurada el 22 de septiembre del mismo año y obtuvo su autonomía desde 1929.

Por décadas, indiscutiblemente la UNAM se ha consolidado como una extraordinaria institución de educación media superior y superior, accesible a cualquier grupo social, hechos que le han brindado el estandarte de ser por antonomasia el motor de movilidad social.

Hablamos no solo de la mejor universidad de México, sino también reconocida como la mejor de Iberoamérica y una de las mejores 100 del orbe. Su oferta educativa es la más amplia, alcanzando 132 carreras universitarias impartidas en 31 sedes académicas nacionales y 14 a nivel internacional, que en sus diversos grados enlistan a más de 360 mil estudiantes y 41 mil profesores.

Justo es señalar que el orgullo de la UNAM no sólo se deposita en su patrimonio cultural, arquitectónico e histórico, sino también por las y los mexicanos que teniendo como alma máter esta institución académica han puesto en alto el nombre de México, como lo fue el caso de los mexicanos galardonados con el Premio Nobel, todos graduados de la UNAM (Alfonso García Robles, Octavio Paz y Mario Molina); así como aquellos profesionistas que, en la ciencia, filosofía, medicina, cine, artes, periodismo, arquitectura, entre muchos otros ámbitos han sobresalido distinguidamente.

Inobjetablemente las y los egresados de la UNAM nos encontramos desde diversas trincheras sirviendo con gran entusiasmo a nuestro país, pues aún en las condiciones más adversas se ha reconocido tanto a estudiantes como profesores su firme convicción y vocación por servir a México.

Por ello, son inadmisibles los cuestionamientos que se realizan en detrimento de la Universidad Nacional que solo vigorizan la tendencia de polarización entre la sociedad.

Es importantísimo aclarar que las y los estudiantes de medicina de la UNAM en ningún momento cayeron en alguna falta; de hecho, fue la propia autoridad sanitaria la que suspendió todas las actividades clínicas de pregrado, solicitando a las direcciones hospitalarias que los estudiantes no acudieran a las sedes de salubridad. Además, los pasantes de servicio social, por instrucciones de la referida autoridad fueron trasladados a centros de salud, donde continuaron prestando sus servicios de manera ininterrumpida. Sin omitir las tareas adicionales que se realizaron como las pruebas que el personal médico universitario realizó, las donaciones de kits médicos y la permanente capacitación brindada.

La UNAM no para y nunca lo ha hecho, pues sin perder su hoja de ruta ni su pasión ni visión, las y los médicos, investigadores, docentes, y estudiantes de medicina y enfermería se mantuvieron firmes en la primera línea de batalla contra el Covid-19.

Hace cerca de una centuria, el ilustre pensador mexicano José Vasconcelos como rector de la Máxima Casa de Estudios expresó: “Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”; y hoy en día es innegable el imprescindible valor social y cultural que la UNAM brinda a la construcción de un mejor México.

Por mi raza hablará el espíritu.

Senador de la República.
@manuelanorve

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