Joseph Stiglitz, destacado economista laureado en 2001 con el Premio de Economía Conmemorativo de Alfred Nobel describe en una de sus obras que “la economía puede parecer una disciplina árida y esotérica, pero, de hecho, las buenas políticas económicas pueden cambiar la vida de las personas”.

En un mundo eminentemente globalizado la columna vertebral para el desarrollo social y el crecimiento económico descansa en gran medida en la capacidad con la que las naciones se integren y relacionen entre sí, aprovechando las ventanas de oportunidad, sin fragmentar los pilares del respeto a la soberanía e identidad nacional.

México no sólo tiene una amplísima riqueza de recursos naturales, sino también una ubicación geográfica privilegiada y una Población Económicamente Activa que a diciembre de 2022 rebasa las 60 millones de personas.

Por ello que los focos de atención de los sectores público, privado y social en días recientes se hayan centrado en la Cumbre de América del Norte, celebrada en la Ciudad de México, visualizada como una valiosa oportunidad para fortalecer los lazos y llegar a los mejores acuerdos a través de un diálogo político de alto nivel que redunde en beneficios para todas las naciones.

Justo es señalar que la historia de los encuentros entre mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá, data de más de seis décadas, pues en 1956 se llevó a cabo una reunión a la que acudió el Presidente Adolfo Ruiz Cortines para reunirse en Virginia con el presidente Dwight Eisenhower y el primer ministro Louis Saint Laurent.

De este tipo de encuentros se han dado frutos como la propia firma del TLCAN, que triplicó el comercio y permitió que la economía mexicana creciera 39.8% en términos reales entre 1993 y 2005. Posteriormente, también en un encuentro trilateral se firmó el TMEC, y de muchas otras reuniones se han concretado sustanciales alianzas que se tradujeron en inversiones en favor de nuestro país.

Sin embargo, el manejo de la política exterior durante el actual sexenio ha dejado mucho que desear, tanto por la falta de presencia en el terreno internacional como por las oportunidades desperdiciadas en las que se sepultó la visión de Estado para dar paso al posicionamiento de acciones y mensajes demagógicos y electoreros que pocos resultados ofrecen en realidad.

Es lamentable que en esta Cumbre de alto nivel no se diera el cauce requerido para atender los problemas que han derivado por las violaciones al TMEC, lo que se mantiene como una pugna que inhibe la inversión en México; asimismo, la política de antaño de apostar por combustibles fósiles en lugar de dar paso a las energías renovables ha representado que nuestro país pierda la oportunidad de ser un importante exportador de energías limpias, lo que de aprovecharse, pudiera impulsar el crecimiento de la nación enormemente para consolidar a América del Norte como la máxima potencia mundial en la generación de energías limpias.

Cabe mencionar que México se comprometió en fechas recientes en el marco de la COP27 a reducir sus emisiones de dióxido de carbono; no obstante, un Tren en medio de reservas naturales poco aporta para cumplir la meta.

Al final del día, la falta de buenas políticas económicas significó la pérdida de generar cientos de miles de empleos en nuestro país, de consolidar sólidos intercambios comerciales, de llegar a acuerdos en materia de seguridad y migración con enfoque humanitario, así como de brindar certeza para las familias mexicanas. Urge un golpe de timón en el manejo de la política económica y exterior.

Senador de la República @manuelanorve

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