Don Jesús Reyes Heroles, uno de los ideólogos más importantes de nuestro país del último siglo dijo alguna vez que: “los jóvenes de México están obligados a impedir las acciones negativas de quienes por su impaciencia o exceso de paciencia frustran las mejores causas de México (…) los jóvenes de México, con la conciencia de su conciencia, pueden construir el México todavía inédito”.

Aquel pensamiento pronunciado hace unas décadas cobra plena vigencia en nuestros días, pues indudablemente la juventud no sólo es pieza fundamental del presente y del futuro, sino también se convierte en la palanca de desarrollo y crecimiento que necesitamos para asegurar el mejor destino de México.

Además, de acuerdo con datos del INEGI demográficamente las personas de 15 a 29 años representan un cuantioso grupo poblacional en nuestro país, que se traduce en el 25% del total de la población, es decir 31 millones. Lo cual nos indica que tanto por su cantidad como por su fuerza, vigor, energía y capacidad transformadora las y los jóvenes son un grupo de indiscutible trascendencia.

Justo es señalar que en el ánimo de centrar el debate público en torno al papel que ejerce la juventud dentro de la sociedad, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas proclamó que el 12 de agosto de cada año se conmemore el Día Internacional de la Juventud.

De ahí que la ONU ponga interesantes reflexiones y apuestas sobre la mesa, como la de este año encaminada a conseguir que todas las generaciones entren en acción para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, buscando esencialmente paliar la discriminación por edad.

Desafortunadamente, diversos y complejos son los problemas que se suman a la discriminación por edad para los jóvenes de nuestro país. Pues las adversidades que han enfrentado obedecen a múltiples vertientes.

Una de las más alarmantes la encontramos en el ámbito educativo, pues la impactante deserción escolar que alcanzó los cinco millones de estudiantes durante la pandemia no ha encontrado ninguna propuesta viable o razonable por parte del gobierno federal.

A ella se suma que, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, se visualiza una tasa de desocupación de 7% en la población joven, cuatro puntos porcentuales m ás alta que la tasa de desocupación para el conjunto de la población mayor de 29 años. Asimismo, preocupa que de los 1.2 millones de personas jóvenes desocupadas, el 81% cuenta con experiencia laboral, sin encontrar un empleo.

Esto se profundiza al tomar en consideración que las y los jóvenes laboralmente son quienes cuentan con el menor porcentaje de seguridad social, así como la ausencia de prestaciones de ley, convirtiéndose en un grupo laboral muy vulnerable.

Dicha situación agoniza debido a dos criterios, el primero el grave rezago generado durante la pandemia que ocasionó que cada 21 segundos un joven perdiera su empleo; y por la ausencia de una política o estrategia gubernamental eficiente y transparente.

Más allá de las promesas demagógicas e ilusorias, o los programas asistencialistas de escasa eficacia, lo que realmente la juventud de nuestro país demanda son nuevas oportunidades. Para salir adelante, aprovechar su potencial, desarrollarse en diversos ámbitos con el acompañamiento de una visión clara, prudente, congruente y responsable por parte del gobierno, y de esa base no debemos renunciar, ya que así, las y los jóvenes pueden construir el México inédito.

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Senador de la República
@manuelanorve