Diversos, reales y profundos son los estragos acaecidos por la pandemia del virus SARS-CoV-2, repercutiendo en múltiples frentes que han requerido de esfuerzos mayúsculos por parte de las autoridades en coordinación con la sociedad civil y la iniciativa privada; la meta, reside en poner en marcha un plan integral que revitalice tanto la salud como la economía.

Sin embargo, como una desafortunada realidad para nuestro país, esta inimaginable situación ha sucedido bajo la administración de un gobierno federal inexperimentado, incongruente e insensible, que ha desestimado en más de una ocasión las adversidades de millones de mexicanos que han perdido a un familiar o su fuente de ingresos.

Sobre este segundo rubro es menester señalar que recientemente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía reveló datos a través de la nueva edición de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en la cual, se realiza una sustancial comparación respecto a la situación económica en el transcurso del último año, exponiendo un cambio de paradigma laboral.

En virtud de lo anterior, sobresale el hecho de que la Población Económicamente Activa (es decir, aquellos mayores de 15 años que tienen un trabajo o están buscando alguno) disminuyó en un millón 629 mil personas; asimismo, la cifra de desocupados aumentó en 455 mil personas.

De forma paralela y más preocupante aún, resulta que la Población No Económicamente Activa creció en cifras exponenciales, aumentando en el último año en casi tres millones y medio de personas.

La complejidad del anterior factor radica en que en este grupo se ubican las personas que no tienen trabajo y tampoco están buscando alguno, hallándose disponibles pero sin la oportunidad de laborar al considerar que nadie les dará un empleo.

Aunado a lo anterior, los rezagos se profundizan si lo analizamos desde una perspectiva de género, pues la salida de la población económicamente activa ha sido mayoritariamente de mujeres, con una cifra que se traduce en el 84%; sin perder de vista que más del 70% de las personas que dejaron de estar ocupadas este año son mujeres. Tal brecha se refleja en casi 1.5 millones de puestos de trabajo para las mujeres perdidos, en espera de su recuperación, mientras que para los hombres son 467 mil.

Es así que a poco más de un año de la contingencia sanitaria, falta aún por recuperar casi 2 millones de empleos perdidos y la respuesta es evidente que no debe recaer exclusivamente en repartir recursos del erario público. Más bien, la medida que es apremiante emprender reside en una estrategia nacional de reactivación económica que entienda las circunstancias actuales y posicione con visión, responsabilidad y coherencia una serie de acciones que fomenten el crecimiento sostenido, contando como eje transversal con la perspectiva de género.

Para ello, es indispensable que el gobierno federal deje de amedrentar e inhibir la inversión privada, generadora de empleos; al tiempo de respaldar a las Pymes de nuestro país con la simplificación de trámites de apertura de empresas, reducción de costos del empleo formal y facilidades tributarias y de contribuciones sociales temporales.

Sin duda alguna, existe una gran brecha por cerrar en materia económica, particularmente para respaldar a grupos vulnerables con programas que favorezcan la empleabilidad de las y los mexicanos; y en tal escenario, debemos aplicar nuestros mayores esfuerzos.

Senador de la República.
@manuelanorve

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