El 8 de marzo, la comunidad global se dio cita en diversos espacios para exigir igualdad de condiciones en favor de los derechos de las mujeres, pues el marco del Día Internacional de la Mujer se ha constituido como una fecha ineludible para sensibilizarnos y resonar las demandas que acongojan al sector femenino que se ha visto indiscutiblemente repercutido en diversos ámbitos.
Bajo esta tesitura, la desigualdad de género es una tarea que no sólo ha quedado pendiente por resolver en cuanto a la brecha salarial y de participación política, sino que también se ha presentado una deplorable constante con rampantes aumentos en los índices de violencia contra las mujeres, quedando un gran número de ellos en impunidad.
A ello hay que sumar que tal y como lo ha afirmado la Organización de las Naciones Unidas, las mujeres se encuentran en la primera línea de la crisis sanitaria de Covid-19, encontrando mayor dificultad para encontrar una fuente de ingresos bien remunerada. Muestra de ello es que en México, de acuerdo con el Coneval más de 3 millones de mujeres con empleo viven en precarización salarial, traduciéndose en el 15.7% del sector empleado; cifra mucho mayor al 10.7% de los hombres que se encuentran en esta condición.
Aunado a lo anterior, la Organización Mundial de la Salud ha dado a conocer que una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia por parte de sus parejas, lo cual es un hecho inaceptable. La situación crítica se profundiza en cuanto a la violencia contra las mujeres en nuestro país, ya que con base en cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, desde el sexenio del presidente Vicente Fox la numeraria de mujeres y niñas desaparecidas han ido en incremento.
Por si fuera poco, la forma en la que el gobierno federal en turno ha tratado al sector femenino es verdaderamente lamentable, toda vez que no sólo ha caído en minimizar el panorama y desatender sus exigencias, sino también han desmantelado instituciones y programas especializados que brindaban apoyos tangibles a las adversidades de las mujeres de nuestro país.
Por ello, este 8 de marzo las mujeres en unidad alzaron contundentemente la voz para estremecer a la sociedad mexicana sobre el cambio que urgentemente se requiere, debido a la vulnerabilidad a la que se encuentran expuestas y las desigualdades sociales. Por lo anterior, es apremiante retomar en todos los espacios el mensaje de poner en marcha aquellas acciones que consigan la igualdad de condiciones para las mujeres y la erradicación de la violencia.
Desde el Senado aún hay una amplia agenda por cumplir en la progresividad de los derechos de las mujeres y la protección ante la violencia; como lo es la reforma que homologue a nivel nacional los supuestos jurídicos bajo los que opera el delito de feminicidio, pues la diversidad de sus causales ha hecho complicada su imputación. Asimismo, es vital posibilitar el acceso de las mujeres a los sistemas de seguridad social en condiciones de igualdad con el hombre y fortalecer la efectividad y la rendición de cuentas de las instituciones en todos los niveles para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres.
Sin duda alguna, por las mujeres debemos exigir y actuar sin el menor titubeo hacia una nueva normalidad en favor de la equidad de género, donde las mujeres no teman por el ejercicio de sus derechos y libertades, pudiendo acceder a cualquier oportunidad en igualdad de condiciones.
@manuelanorve