En la mañanera del martes 11 de mayo, López Obrador expresó desconcierto e indignación por la desaparición forzada y presunta ejecución extrajudicial de Claudia Uruchurtu Cruz. Declaró que un testigo protegido dio testimonio que la habían asesinado por orden de la presidenta municipal, Lizbeth Victoria Huerta, de Morena. “Fue muy doloroso lo que acaba de pasar en Nochixtlán, Oaxaca” dijo el presidente, y además afirmó que se haría justicia, aunque la imputada fuera de su partido. “No llegamos aquí para eternizar la corrupción y la impunidad”. Pero, ¿por qué la sorpresa ante esta situación trágica si el gobierno de Lizbeth Huerta ya había dado amplias señales de corrupción y violencia de estado?
La corrupción y violencia ejecutada por Huerta es precisamente lo que Claudia Uruchurtu denunció y su denuncia la razón de su desaparición el 26 de marzo de este año. Uruchurtu incomodó al gobierno municipal de Nochixtlán desde años atrás. Lo que empezó como una disputa personal por un terreno heredado develó amplia corrupción en el manejo de las tierras comunales. Además, Uruchurtu expuso irregularidades ante el Instituto Electoral del Estado de Oaxaca, como el hecho de que la hermana de Lizbeth Huerta tuviera más de un puesto y sueldo dentro del municipio.
Uruchurtu no era la única denunciando los actos de corrupción de la morenista Lizbeth Huerta. Una nota del diario Marca reporta que la presidenta municipal había acumulado denuncias ante la Fiscalía Anticorrupción de Oaxaca por malversación de fondos públicos. Estas denuncias revelan la emisión de facturas de seis empresas fantasmas a favor del ayuntamiento. Además, tiene denuncias ante la Comisión de Quejas y Denuncia o Procedimiento Contencioso Electoral del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO) por utilizar recursos públicos para financiar actos de campaña. La nota menciona tres expedientes acumulados en contra de Huerta de parte del instituto electoral. Irónicamente, a pesar de estas denuncias, Morena autorizó a Huerta para buscar la reelección como presidenta municipal de Nochixtlán.
Peor aún, el mando de Huerta había demostrado un uso desmedido de la fuerza pública en contra de aquellos que la incomodaban. Días antes de la desaparición de Uruchurtu, Alfonso Rodríguez Avendaño había acudido al ayuntamiento para reclamar que no le habían pagado a él y a un grupo de trabajadores por sus servicios de acarreo de materiales. Al exigir su sueldo, la policía municipal golpeó a Avendaño y le causó una fractura craneal. A pesar de tener lesiones serias causadas por la policía, lo detuvieron arbitrariamente sin garantizarle servicios médicos. Esta acción policial de violencia llevó a Claudia Uruchurtu a sumarse al grupo de trabajadores y ciudadanos solidarios que denunciaban agresiones del municipio. La protesta se tornó violenta pues la policía nuevamente intimidó y agredió a las y los manifestantes. Esa misma noche desapareció Claudia Uruchurtu. Lo último que se supo de ella es que se la llevó un vehículo rojo, posiblemente propiedad del municipio.
Esta desaparición hubiera pasado por alto, pero las hermanas de Uruchurtu, que tienen ciudadanía inglesa, empezaron a hacer ruido en el Reino Unido. Esta movilización llevó a que un grupo de legisladoras ingleses escribieran un oficio al canciller inglés, Dominic Raab, para que el gobierno mexicano investigara el caso de Uruchurtu. Amnistía Internacional envió una carta pidiendo acción expedita y diligente para la búsqueda de Uruchurtu por parte de la Comisión Nacional de Búsqueda. Finalmente se actuó en contra de Lizbeth Huerta.
Lo doloroso no sólo es lo sucedido a Claudia Uruchurtu, sino la sorpresa del presidente ante esta desaparición, después de tantas señales de corrupción, impunidad y violencia ejercidas por una alcalde de Morena.