Algo que se desdibujó en el sexenio del presidente López Obrador, no solo desde el punto de vista mediático, sino también desde la óptica de contrapeso y pluralidad interna, fue su gabinete legal y ampliado. Quienes se atrevían a externar puntos de vista o propuestas distintas a los del Presidente, tuvieron que bajarse del barco. Sobre todo si estas diferencias evidenciaban deshonestidad en el uso de datos o en el ejercicio de recursos.

Uno de los primeros fue Germán Martínez, quien dejó el Instituto Mexicano del Seguro Social fundamentalmente porque “algunos funcionarios de la Secretaría Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS”. También está el caso de Carlos Urzúa –que en paz descanse– quien dejó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por las discrepancias y las formas de la política económica en 2019. Además de que con toda honestidad advirtió que la pobreza no se había reducido realmente, sino que las remesas que envían los paisanos expulsados por la violencia y la pobreza en sus municipios, era lo que incrementaba los ingresos familiares más notoriamente. Arturo Herrera dimitió el 15 de julio de 2021 mediante un video de despedida en el que ni siquiera mencionó al Presidente. En 2020, el biólogo Víctor Manuel Toledo como titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, tras advertir que el “gobierno de la 4T está lleno de contradicciones”. Jaime Cárdenas, quien dirigió apenas cuatro meses el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado y también renunció para evitar ir a la cárcel por cumplir una orden del Presidente, según reveló Proceso en un reportaje de Dalila Escobar (enero 2023). Javier Jiménez Espriú renunció como Secretario de Comunicaciones y Transportes en julio de 2020 ante la “decisión de política pública [del Presidente] de trasladar al ámbito militar de la Secretaría de Marina, las funciones eminentemente civiles de los Puertos”. Jiménez Espriú no escatimó en agregar que lamentaba profundamente no haber podido transmitirle sus convicciones y preocupaciones sobre la medida.

Inevitable apreciar cómo las secretarias y secretarios que no renunciaron, antepusieron su obediencia ciega a las instrucciones antes que sus convicciones. En general, el gabinete de López Obrador ha sido un equipo prácticamente mudo.

Solo hay dos secretarios de Estado que sí han figurado en el lente de las cámaras durante todo el sexenio. Dos de los más taquilleros han sido los titulares de la Defensa Nacional y de la Marina. Pero allí sucede un fenómeno particular, ellos aparecen a escena por convicción y no por instrucción, y el Presidente no les dice nada.

Para muestra una masacre avalada: el domingo 9 de junio hubo una masacre en Guanajuato en la que participó la Guardia Nacional y fallecieron 4 mujeres y dos niños. El lunes 10, el ausente de la mañanera fue el secretario que tenía toda la información: Luis Cresencio Sandoval. En la mañanera del 11 de junio hablaron Luis Rodríguez Bucio, Subsecretario de Seguridad Pública; David Córdova Campos, Comandante de la Guardia Nacional, y Rosa Icela Rodríguez, Secretaria de Seguridad: ninguno se refirió a la masacre de Guanajuato. Hubo una pregunta sobre el tema, pero fue respondida por el Presidente.

Al día de hoy poco se sabe sobre las personas que integrarán el gabinete de la presidenta electa Claudia Sheinbaum. Pero más allá de sus perfiles, con mucha o poca trayectoria, lo más importante es saber la capacidad de voz, acción y decisión que tendrán quienes dirijan las secretarías de Estado. Además, habrá que ver si la Presidenta hará que los titulares de la Defensa y Marina rindan cuentas sobre los millonarios montos entregados en obras inconclusas, sobre su negligencia en contra de la violencia y su complicidad en actos como los de Guanajuato. Quizá prefiera, como López Obrador, dar la cara por ellos.

@MaiteAzuela

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