“¡Lagos de Moreno, Lagos de Moreno!”, decían los reporteros y reporteras con manos levantadas para que el presidente dijera algo. Habían pasado dos horas desde que inició la conferencia y el tema no se había tocado. Pero el presidente decidió burlarse. Primero coloco la mano en su oreja simulando que quería alcanzar a oír lo que decían los periodistas. “¡Lagos de Moreno!”, seguían los periodistas. Luego decidió hacer un chiste para dejar en claro que no quiere escuchar y que solo dirá lo que le conviene: “Ayer me decía un amigo, me decía que le decía su esposa: —Que me des 200 pesos para ir al mercado; —No oigo. Por acá, por el otro; —Que me des 500 pesos para ir al mercado; —Mejor los 200; Bueno, adiós.” Y salió del Salón Tesorería. Las familias de los jóvenes desaparecidos no merecen esa deshumana indiferencia.

El crimen organizado en Lagos de Moreno tiene a la sociedad aterrada y el presidente decide burlarse. Pareciera que en estos tiempos la desaparición de un grupo de jóvenes no es nada novedoso. Por eso el crimen organizado ha inventado una nueva forma de llevar el terror a todos los hogares de México: televisar las atrocidades, para que no quede duda de que la desaparición es lo de menos, que hay terror más allá del terror. Para que a las familias de los desaparecidos no se les ocurra exigir justicia, para que aquellos que pudieron testificar algo se callen, para que todas y todos veamos que no hay límites, pero eso sí, la comicidad de la autoridad máxima del país se hace presente.

Otro que no había dicho nada al respecto, hasta el día de ayer por la tarde, es Enrique Alfaro, el gobernador de Jalisco (Movimiento Ciudadano). Su discurso generalizado es evidentemente insuficiente para atajar una tragedia como esta: “Hay quienes quieren lucrar con la tragedia, por eso pedimos a la población que atienda la información oficial […] Entendemos el temor que genera este tipo de hechos, pero ante la adversidad necesitamos cerrar filas y no claudicar en la lucha por recuperar la paz y la tranquilidad que estos delincuentes nos han robado”, reza el tuit del gobernador. Su preocupación electoral está por encima de la empatía con las víctimas.

¿Quién va a dar la cara? Por mucho que la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas de Jalisco y la Fiscalía General de la República se pongan a “investigar”, la fotografía y el video publicados son un mensaje de poder del crimen organizado para las autoridades.

Con una tragedia así en las manos, ni Enrique Alfaro ni López Obrador tienen legitimidad para asegurar que están trabajando por la paz y la seguridad. La tragedia de Lagos de Moreno es la muestra de que nada se hecho desde el poder para poner un alto. Pensamos que lo vivido en el gobierno de Peña Nieto quedaría en el pasado, pero en esta administración no se ha hecho ninguna diferencia.

Es muy pertinente preguntarnos cuál es la relación entre el actuar atroz del crimen organizado y las prioridades políticas de los gobiernos locales y federal. De las corcholatas de Morena y la oposición, al cierre de esta columna, solo Santiago Creel y Xóchitl Gálvez habían dicho algo. Ni Beatriz Paredes, ni Marcelo, ni Claudia, ni Adán han mostrado indignación al respecto.

Este país le ha fallado a los jóvenes Roberto Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván, Jaime Miranda y Dante Hernández. El terror de pasar por algo así es contagioso y nos lastima a todas y a todos los mexicanos.

@MaiteAzuela

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