A estas alturas todos tenemos claro que el grupo armado de origen palestino Hamás lanzó un ataque sorpresivo y devastador en contra de Israel el pasado 7 de octubre. En respuesta Israel reaccionó con ataques brutales en la Franja de Gaza, parte de Palestina. Aunque la zona siempre ha estado en conflicto, los ataques de esta semana corresponden a una guerra formal, de acuerdo a lo declarado por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
La guerra ha polarizado a todo el mundo y la urgencia de tomar postura en ocasiones nos distrae de la defensa de los derechos humanos en la que, independientemente de que o Israel o Hamas tengan razón, debemos atender por igual. Frente a la variedad de opiniones sobre responsabilidades, justicia y atrocidad, me remitiré únicamente a compartir un par de reflexiones sobre algunas de las reglas básicas que aplican durante una guerra que son las del Derecho Internacional Humanitario (DIH), de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Es importante apostar por un debate informado que no implique únicamente estar de un lado o del otro, como si se tratara de un partido de futbol.
El DIH no distingue si alguno de los países en la guerra tiene razón, ni si sus razones para comenzar los ataques o para defenderse son válidas. Únicamente establece las reglas para que, una vez empezada la guerra, se evite el mayor sufrimiento posible. Las reglas del DIH se encuentran principalmente en los Convenios de Ginebra de 1949 (los cuales han sido firmados por todos los países del mundo), pero hay ciertos principios interrelacionados que rigen a cualquier guerra, y que tanto Israel como Hamás deben respetar.
En primer lugar, la fuerza militar debe utilizarse de forma razonable y únicamente con el objetivo de debilitar militarmente a la contraparte. En segundo, sólo está permitido atacar a las personas e infraestructuras militares del enemigo y nunca a las personas civiles ni a sus edificios. En tercer lugar, están prohibidos los ataques desproporcionales que no sirvan para obtener una ventaja militar. En cuarto lugar, hay ciertas armas prohibidas, como gases, balas sumamente dañinas o armas nucleares. Por último, todas las partes están obligadas a tratar humanamente a quienes no están en combate, tanto a los civiles como a los soldados capturados o heridos. Los Convenios de Ginebra establecen que las violaciones más graves a estas reglas se castigarán como crímenes de guerra.
Los que tenemos la inmensa fortuna de mirar esta dolorosa guerra desde lejos, tenemos al menos que preguntarnos: ¿Hamás e Israel están respetando los derechos humanos y las reglas que los protegen? La respuesta hasta ahora parece ser un “no” rotundo en ambos casos. Los ataques de Hamás a los kibutz de Israel (pequeñas comunidades de personas indefensas) son desproporcionales y se dirigen a civiles y no a militares, además de que sólo causan sufrimiento y no brindan ninguna ventaja real a Hamás. El bombardeo de Israel a la Universidad Islámica de Gaza, mezquitas y edificios de departamentos también son desproporcionales y prohibidos porque son edificios de civiles y no militares, y matan a personas inocentes no armadas.
La organización internacional Human Rights Watch ha identificado violaciones tan graves que podrían ser crímenes de guerra. Destaca por parte de Hamás la toma de rehenes y la amenaza de asesinarlos (además de muchas otras atrocidades). Por parte de Israel, resalta la orden del gobierno de cercar a Gaza, cortarles la electricidad y todos los suministros básicos, incluyendo los alimentos. Ambos tienen algo en común: lesionan a los civiles indefensos con ataques fuera de toda proporcionalidad y sumamente crueles.
Con independencia de nuestra postura política, todas y todos tenemos el deber moral de posicionarnos a favor del respeto a las reglas internacionales que han derivado, precisamente, de guerras catastróficas. Ni las partes ni los que observamos de lejos debemos actuar y debatir como si las reglas no existieran.
@MaiteAzuela