Comenzaron esta semana las precampañas del proceso electoral de 2024. A decir verdad, esta es la tercera vez que México está saturado de información y desinformación desde un año antes. A estas alturas, el desgaste en la ciudadanía no es menor y apenas está comenzando de manera oficial.
Los partidos tanto de Claudia Sheinbaum como de Xóchitl Gálvez han generado tensiones y deslindes que evidentemente afectan la imagen de las candidatas. Ninguna de las dos ha tenido el suficiente peso dentro de los partidos que representarán en las boletas, como para incidir efectivamente en la selección de candidaturas claves con las que se definirán, no sólo los cargos de elección popular que se juegan el próximo año, sino la agenda y los grupos políticos que definirán los contenidos, procesos e identidad de las campañas. Hace más de dos meses que ambas se hicieron de la candidatura –o coordinación, que para el caso es lo mismo– y no han podido aglutinar el mínimo poder necesario para ser la voz cantante de en sus partidos. Habrá quien asegure que su poco nivel de injerencia partidista es un sello de respeto a las democracias internas, pero nadie puede negar que esto puede jugar en contra de ellas ya que, en cualquier momento, sus respectivos movimientos políticos se les pueden salir de las manos.
En el caso del Frente Amplio hay un verdadero incendio provocado por el alcalde de Cuajimalpa, Adrián Ruvalcaba y por la alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas. Desastre en el que Xóchitl Gálvez se mantiene al margen, no sólo porque no le compete intervenir contra los escándalos de sus colegas, sino porque no la consideran referente en la negociación. En este contexto, lo más natural es que Ruvalcaba y Cuevas se enojarán por no ser quienes contenderán por la Jefatura de Gobierno. El problema radica en el amague de ambos políticos al Frente Amplio: Ruvalcaba por llevar a los suyos a votar a favor de Ernestina Godoy, pese al espionaje cometido por la fiscal de la CDMX. Cuevas por poner una pausa en su relación la alianza opositora.
La más afectada por estos circos sin carpa es Xóchitl Gálvez. Por muy local que sea la controversia, el Frente Amplio hoy está personificado en su candidata presidencial y cualquier cosa que se salga de control al interior, repercute significativamente en la candidata presidencial: “Yo no tomé la decisión, la decisión la tomaron los presidentes de los partidos”. ¿Cuántos ciudadanos identifican a los dirigentes partidistas? ¿Si Gálvez fuera presidenta, las decisiones las tomarán también Alito, Zambrano y Cortés?
Mucho se ha cuestionado a Sheinbaum sobre su capacidad de maniobra sin López Obrador.
El domingo pasado recibió su constancia como precandidata a la presidencia de la república. El lunes, dio arranque a su precampaña en Veracruz. En ninguno de los dos eventos estuvo presente Marcelo Ebrard con quien –supuestamente– la semana previa hizo las paces. ¿Por qué si ahora todos son amigos otra vez, el excanciller no acompañó a la candidata?
Adán Augusto López no quedó nada contento con la candidatura de Claudia y aunque decidió asistir a la entrega de constancia, no se subió al templete para salir en la foto. El supuesto coordinador de la campaña de Sheinbaum no ha publicado un solo tuit a favor de su jefa desde hace dos meses. No concibo una campaña presidencial sin que tus cercanos te arropen permanentemente. No está de más recordar el proceder de Ricardo Monreal en 2021 que pareció no jugar a favor de Sheinbaum.
Todo indica que la ruta de las campañas más que definida por Sheinbaum y Gálvez estará impulsada por la operación política que puedan llevar a cabo quienes están “cerca” de ellas.