En estas olimpiadas he visto y reflexionado un sinnúmero de actos que determinan la manera de mirar el deporte por parte de la audiencia. Es indispensable que no dejemos de mirar el impacto político que tienen los deportes en la vida diaria de nuestro país.

La medalla de plata de Prisca Awiti durante los juegos olímpicos dejó entrever no solo la desinformación, sino también los retos que tiene el periodismo deportivo con respecto a la confirmación de datos. Algunos periodistas deportivos aseguraron que Prisca es una persona nacionalizada mexicana. No faltaron los tuits que aseguraban que Prisca es una persona nacionalizada mexicana nacida en Kenia. Nada más falso que eso.

Prisca es mexicana por el derecho del ius sanguini. Pero, ¿por qué aseguran que es mexicana naturalizada? Prisca, la medallista de plata de judo, es mexicana por el solo hecho de que su madre es mexicana. El derecho mexicano contempla que si alguno de tus parientes directos consanguíneos (madre o padre) es mexicano, entonces tienes la nacionalidad mexicana.

Pero algunos periodistas deportivos han optado por asegurar que Prisca es nacionalizada mexicana. ¿Por qué lo harán?

La primera razón que veo es el exceso de nacionalismo que existe en el deporte mexicano. Para nadie es ajeno que el futbol es el deporte más visto es nuestro país. Tampoco lo es que son varios los futbolistas nacionalizados mexicanos que forman parte de la selección mexicana.

Está el ejemplo de Julián Quiñones, un jugador de futbol colombiano de nacimiento que inició su carrera en México en el Atlas, para luego pasar al América. El talento de Julián Quiñones provocó que pasara a formar parte de la selección mexicana una vez naturalizado. ¿Por ser naturalizado es menos mexicano que los naturalizados de nacimiento?

Donald Trump, en plena campaña, refiere que los migrantes mexicanos y centroamericanos deben ser detenidos antes de entrar a Estados Unidos, bajo argumentos diversos, el candidato a la presidencia promete que los migrantes no caben en el país que él sueña.

Al mismo tiempo que Trump afirma este tipo de cosas, el periodismo deportivo mexicano le dice a Quiñones “ese chango debería correr más rápido, ¿si no para qué se naturalizó?”. Entonces, ¿de qué lado estamos? ¿Del lado de los y las deportistas que deciden representar a una nación?, ¿o del lado de Trump que decide que una persona es de cierta nacionalidad?

Además de la nacionalidad, otras de las polémicas de estas olimpiadas es la relacionada a la xenofobia y la transfobia al mismo tiempo. La boxeadora Imane Khelif puede dar testimonio de esto. Que si es mujer, que si tiene cromosomas de hombre, etc. ¿Cuál es el tema contra Khelif?

El periodismo deportivo de alguna manera le ha entrado al tema. Pocas son las personas periodistas que han tenido la capacidad de comprender que Khelif no es una persona trans ni es un hombre. ¿Qué están comunicando a la sociedad?

Una de las principales acusaciones en redes sociales es que, dado que Khalif produce más hormonas masculinas, entonces es hombre. ¿Dónde está la fuente? Primero afirmamos que cada persona tiene la capacidad de decidir si es hombre, mujer o cualquier género, y al día siguiente decidimos que esa persona debe proceder conforme a su conformación genética.

Lo cierto es que el derecho internacional de los derechos humanos establece que cualquier persona tiene derecho a decidir no solo con qué género se identifica, sino también a decidir a quién quiere representar.

Estas olimpiadas nos han enseñado que estamos muy lejos de entender a las nuevas generaciones. No importa dónde naciste, de quién vienes, lo que importa es lo que tú creas. Es el caso de Julián Quiñones y de Prisca Awiti: tú representas a México no solo porque lo diga un periodista deportivo, sino porque lo sientes.

@MaiteAzuela

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