Ayer se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada. No se trata de una fecha sin contenido o que deba pasar desapercibida. La Organización de las Naciones Unidas en la resolución aprobada por la Asamblea General el 21 de diciembre de 2010 resolvió que los Estados parte –como lo es México– deben “observar este día”.

Ayer en la mañanera no se mencionó nada sobre la fecha. Contrario a ello, al encontrarse hablando de un tema distinto el presidente mencionó: “Y claro que puede haber la percepción de que hay mucha violencia, porque los medios acuérdense que hasta inventaron la desaparición de cinco jóvenes; no estoy hablando de los jóvenes desaparecidos de los Altos de Jalisco, sino que también, supuestamente de los Altos habían desaparecido cinco y le dieron vuelo tremendo.” Porque claro, de los cinco jóvenes de Lagos de Moreno no hablará nunca.

El dictador argentino Rafel Videla dijo en alguna ocasión que el “desaparecido en tanto esté como tal, es una incógnita, mientras sea desaparecido no puede tener tratamiento especial, porque no tiene entidad. No está muerto ni vivo… Está desaparecido”. La negación del problema y desdén de López Obrador para con las víctimas es igual de grave que las palabras de Videla: como si las personas desaparecidas no existieran más, como si sus familiares no tuvieran derecho a buscarles ni a encontrarles.

El Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada se encuentra con un problema en México: no hay cifras de cuántas de las más de 100 mil desapariciones se dieron de manera forzada, es decir, con la participación o aquiescencia de agentes del Estado.

Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Comisión Nacional de Búsqueda entre el 30 de diciembre de 2018 a la fecha han desaparecido 35,270 personas en México. ¿Si sumáramos a esa cifra a un papá y una mamá por cada persona desaparecida, cuál es el resultado? Se trataría aproximadamente de 105,810 víctimas de desaparición (directas e indirectas). Es una cifra escandalosa que se queda corta, pues solo toma en cuenta a dos miembros de la familia de cada persona desaparecida. Claramente hay esposas, esposos, hijos e hijas que cada día que pasa viven con la esperanza de ver regresar a su ser querido. Pero el problema persiste: no sabemos cuántas son de forma forzada.

La reciente investigación “Permiso para matar”, presentada por colegas periodistas, coinciden en que no se puede saber la cifra exacta de víctimas directas de las autoridades, ya sea de desaparición u homicidio. Pero tienen un conteo de al menos 1,500 víctimas. Aun así, en un país donde el 99% de los delitos no se investigan o no se resuelven porcentaje de desapariciones forzadas en el universo de 100 mil puede ser mayor.

Del 1° de diciembre del 2006 al 30 de noviembre del 2012, según las cifras del RNPDNO, desaparecieron 15,712 personas. Esto es el sexenio de Calderón.

Del 1° de diciembre del 2012 al 30 de noviembre del 2018, desaparecieron 32,998 personas según la misma fuente gubernamental.

Al gobierno de Andrés Manuel le queda un año todavía y ya duplicó el número de personas desaparecidas de Calderon y rebasó las de Peña Nieto.

En mayo de 2022 se alcanzó la cifra superior a las 100 mil personas desaparecidas en México.

Hace unos días se dio a conocer la intención del gobierno federal por maquillar las cifras de desapariciones. Suponiendo sin conceder que las más de 100 mil personas no fueron desaparecidas de manera forzada, las acciones del Estado por ocultar la información y no investigar prolongan ese delito y entonces el gobierno se convierte en una suerte de perpetrador de la desaparición, lo que la convierte en desaparición forzada. El silencio y la inacción los hace cómplices de los perpetradores iniciales.

Lo cierto es que el Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada nos recuerda la urgencia de acabar con la crisis y no dejar solas a las víctimas, como lo hace el gobierno mexicano.

Frente Amplio: Atención, como dice Jacobo Dayán: “Hacer la encuesta de candidatas el día de las personas desaparecidas solo muestra la desconexión de la clase política con la tragedia humanitaria”.

@MaiteAzuela

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