Cierro el año con un nudo en la garganta, sé que no soy la única que recordará el 2021 como el año más triste. El duelo me habita desordenado. La negación me visita al menos una vez al día, con ella, adueñada de mis emociones me sorprendo pensando… no puede ser real. Minutos después la rabia y la tristeza se pelean por invadir mi ánimo. Soy una de miles. Compartimos tantas pérdidas humanas que la resignación no acaba por dominar los vacíos que el duelo va cavando en uno. De mis padres con quienes no conversaré más, aprendí, entre muchas cosas, que hay que sobreponerse y ver hacia adelante. Los cierres de año siempre fueron para ellos una razón de festejo y reflexión. Jugábamos a masticar deseos con sabor a vid, intentando no atragantarnos con la fantasía para sí saborear lo que la voluntad puede encaminar. Un ritual de deseos para nuestro México, pese a las desalentadoras cifras para el futuro, nos obliga a tener claridad de lo que deberíamos impulsar el próximo año. Comparto así un auténtico llamado de emergencia para que esta administración haga un alto con autocrítica y tome un rumbo menos atrabancado, dejo aquí doce deseos y lo que no debemos olvidar para aspirar a que sucedan:
1. Anteponer la salud de las personas a la construcción de proyectos faraónicos. El desmantelamiento del sector salud, ha dejado miles de muertos y a una buena parte de la población sin la cobertura médica que, aunque tenía importantes áreas de mejora, funcionaba. López Obrador desapareció el Seguro Popular y creó el INSABI y concentró las compras del gobierno federal en la Oficialía Mayor de Hacienda. La evidencia del fracaso no sólo fue la caótica administración de la pandemia, sino la escasez de medicamentos, vacunas, equipo médico y cobertura hospitalaria.
2. Más civiles profesionalizados y menos militarización. A Tres años de gobierno, una reunión diaria de Seguridad, la creación de más de 150 cuarteles para la Guardia Nacional y aunque se ha superado el número de elementos de sus antecesores, los resultados en seguridad son peores que con Calderón y Peña juntos. Si ya padecíamos la política fallida del calderonismo, que en los primeros tres años registró 41,375 muertes, con López Obrador se ha duplicado: 106,097 víctimas.
3. Más ciencia, menos demagogia. México es el cuarto país del mundo con más muertos por coronavirus: 293 mil 950, oficiales Es el país OCDE con más muertos por Covid y con mayor subregistro. Se alcanzó ya el 50.4 por ciento de la población vacunada con esquema completo, no se cumplieron los compromisos de cifras, pero al menos se ha hecho un esfuerzo. Sin embargo, según establecen las propias cifras de la Secretaría de Salud, el número de fallecidos alcanza realmente la cifra de 621 mil hasta el 9 de octubre pasado.
4. Más autonomías, menos centralización de poder. López Obrador ha lanzado varias críticas en contra de los organismos autónomos como el INE, la CRE, el INAI y hasta la CNDH al señalar que han sido una “simulación costosa para el país”. La legitimidad de las instituciones no depende de las vísceras de un solo hombre, sino de la razón colectiva que las sostiene.
5. Tirar el muro de militares en las fronteras y tejer puentes de oportunidades para los migrantes. Más de 228.000 migrantes han sido detenidos en lo que va de año, según las últimas cifras del Instituto Nacional de Migración, y casi 120.000 han solicitado el asilo. Datos que triplican los de 2019.
6. Más honestidad, menos corrupción y opacidad. El gobierno de López Obrador resultó más corrupto que el de Peña. De acuerdo con el ranking Estado de Derecho 2021, México ocupa la posición número 135 a nivel mundial en corrupción. En 2019, estuvimos en el lugar número 117 y en 2020 en el 121. Según el World Justice Project (WJP), México ocupa el lugar 135 de 139 entre las naciones más corruptas del mundo.
La siguiente columna traerá seis uvas más. Salud.