Como alrededor de la iniciativa de reforma eléctrica del Presidente López Obrador se ha desatado un gran debate nacional, vale la pena intentar esclarecer el sentido y el contenido de la reforma.

Por supuesto, el sentido general es recuperar la rectoría del Estado en un sector estratégico para la economía nacional y para la vida cotidiana de los mexicanos, pues hoy prácticamente no es posible sobrevivir sin la electricidad.

En cuanto al contenido, hay que señalar que la reforma de Peña Nieto, que por cierto siguió los lineamientos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han impuesto las políticas neoliberales en el mundo, buscaba la privatización y así lo dice en uno de sus párrafos, “lo que se busca … es sentar las bases constitucionales para que las leyes y el resto del marco jurídico aplicable a la industria eléctrica posibilite una mayor participación del sector privado”.

La reforma de AMLO busca revertir la privatización, que implica fuertes riesgos para la seguridad de la Nación y para los consumidores de electricidad que somos prácticamente todos los mexicanos.

En este breve espacio sólo mencionaré cinco aspectos de la iniciativa.

1. Con la separación en filiales de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y la creación de dos organismos autónomos, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), además de contratos y decretos, se sometió a la CFE a competir con los productores privados, en condiciones de desventaja, pues se estableció el criterio de sólo tomar en cuenta el costo variable, con el resultado de que el Cenace, con ese criterio, no autoriza el despacho de las centrales de CFE y, como al mismo tiempo, la CFE está obligada -por un contrato llamado Legado- a entregar energía a un precio muy bajo a una de sus filiales, tiene que comprar energía a la iniciativa privada a precios altos. Estas condiciones provocan que la CFE pierda cada año 215 mil 400 millones de pesos por la energía no despachada que equivale al 45 por ciento de su capacidad. Además, como tiene que comprar energía a los privados, por el contrato Legado, hay que sumar otra pérdida de 222 mil 900 millones también anualmente.

2. Con la figura de las sociedades de autoabastecimiento, los empresarios hacen una simulación que es convertir en socios a sus clientes al costo de un peso y en realidad les venden la energía, aparentando que es autoabastecimiento. Hoy existen 239 de estas sociedades que surten a 77 mil 767 grandes consumidores.

3. Se creó el problema que han llamado balcanización de las redes, pues los productores privados no construyen redes de alto voltaje con su propio capital, sino se conectan a las de CFE, o sea como quien dice recurren a gigantescos “diablitos”, a semejanza de los ambulantes, pero en grande, pues no pagan el porte.

4. La privatización ha avanzado tanto que hoy los consorcios privados (en su mayoría extranjeros) generan 62% y la CFE 38% del consumo en el país.

5. En cuanto a las energías limpias, hay que destacar que la CFE produce el 55 por ciento de la energía limpia en el país y se creará el parque voltaico más grande de América Latina en Sonora.

La reforma, pues, no sólo es necesaria, sino urgente, para detener las pérdidas que significan las actuales condiciones.

Profesora de la Facultad de Economía UNAM e integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Política y Social caceps@gmail.com

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