Pocos indicadores ilustran con mayor rigor la orientación de un gobierno, como el presupuesto de gastos. Ahí se ve, en pesos, no palabras, las prioridades reales. Así, tengo la costumbre, desde hace muchos años, de revisar los proyectos de presupuesto que se presentan anualmente para su aprobación o modificación en la Cámara de Diputados.

Antes de iniciar el análisis, hay que aclarar un aspecto técnico y es que es necesario descontar la inflación, es decir, el aumento de los precios, y del resultado se dice que es en términos reales. Esa operación es indispensable para comparar los cambios tomando en cuenta el poder adquisitivo que tenía el peso en 2023 y el que tendrá en 2024.

Una vez hecha la aclaración, lo primero, por supuesto, es ver si hay disminución o aumento en el total del gasto. Ahí hay que destacar que en comparación con 2023, en el gasto de 2024 hay un aumento del 4.4 por ciento. Esa línea ha sido constante desde 2020, es decir, todos los años ha habido un aumento del gasto, o dicho en otras palabras, la austeridad en este gobierno no ha significado un recorte del gasto total. Lo que ha ocurrido es una reestructuración del gasto, o sea que en este sexenio hay un cambio en las prioridades: disminuyen los gastos de las secretarías en general y aumentan en cambio los dedicados al llamado gasto social, y al rescate de las empresas paraestatales de la energía, así como a las obras de infraestructura de relevancia.

Aparte de este aumento en el total, hay que ver cuáles son los rubros a los que se les asigna los mayores montos de recursos. En el proyecto para 2024, el rubro que ocupa el primer lugar es Salud, pues sumando las asignaciones a la Secretaría, al IMSS y al ISSSTE, se obtiene un total de un billón (millón de millones) 834 mil 352 millones.

Se coloca en segundo lugar a Pemex, que recibirá 573 mil 004 millones. Aquí hay que explicar, primero, que ésa es la suma del gasto programable y no programable, es decir, incluye los intereses y las amortizaciones de la deuda de Pemex, que como todo mundo sabe se fue contratando desde hace décadas, de manera que ya en 1982, Pemex era el mayor deudor de México con la banca internacional y por lo cual se tiene que seguir pagando hasta hoy. Sin embargo, también hay que decir que en el proyecto de 2024, Pemex tiene una disminución de gasto de 253 mil 488 millones, lo que representa un descenso de 31 por ciento con respecto a 2023. Esta disminución se explica porque los gastos para la construcción de la Refinería de Dos Bocas ya no estarán a cargo de Pemex.

El tercer rubro en importancia es la Secretaría del Bienestar, que es responsable de la mayoría de los programas sociales y se le otorgan 519 mil 813 millones.

El cuarto lugar lo ocupa la Comisión Federal de Electricidad, con 505 mil 289 millones.

Y el quinto rubro en importancia es Educación con 406 mil 876 millones.

El proyecto de presupuesto para 2024, pues, muestra claramente las prioridades de la actual administración: Salud, programas sociales y educación por un lado, y las empresas paraestatales responsables del insumo de mayor importancia en la economía.

Vale la pena destacar que los programas sociales, cuya importancia se explica por dar cumplimiento a ese principio de “Por el bien de todos, primero los pobres”, además significan un impulso al mercado interno que había decaído durante las pasadas décadas. Impulso que es determinante, en gran medida, del crecimiento de la economía, así como de la disminución de la pobreza y la desigualdad registradas por el Coneval.

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