Era el verano de 1973 cuando un joven de 21 años viajaba por primera vez a Europa, con ilusiones enormes de convertirse en un tenista de élite y como principal objetivo, participar en el torneo de Wimbledon y ver de cerca el All England and Croquet Club, sede del torneo de tenis más prestigioso del mundo, con sus canchas de pasto y su histórico estadio, reservado exclusivamente a los grandes exponentes de este deporte que mueve las sensibles fibras de millones y millones de aficionados al deporte.

En ese entonces los tenistas se hospedaban en pensiones muy económicas en las cercanías de una importante estación de tren en Londres, Earls Court. De allí iban directamente a la estación de Southfields, donde todo mundo se bajaba para caminar sobre la calle Church y así llegar a las puertas del All England Club, donde todo era una ceremonia. Lo que llamaba la atención a este joven era que todo el mundo iba elegantemente vestido. Les recuerdo que era la década de los ‘70.

Al entrar al club se iba directamente a la mesa del árbitro, en la entrada principal del estadio conocido e identificado por los ingleses como el Centre Court. Éste, rodeado con una jardinería impresionante y colorida que hacía contraste con el verde oscuro y elegante de un club con clase y categoría.

El jugador calificado en singles, en dobles o en mixtos recibía un elegante sobre con instrucciones de qué vestidor utilizar, qué número de casillero y cancha de entrenamiento donde tenía un horario limitado para entrenar junto con otros tres jugadores, a no ser una de las estrellas que tenían, como debe de ser, todas las prerrogativas y preferencias. Las comidas se servían en el restaurante de los jugadores y nunca faltaban las tradicionales fresas con crema.

Hoy en día, el All England Club está totalmente transformado; sin embargo, sus espléndidas canchas continúan tan espléndidas como en el ‘73. Pensar que esos pasillos, vestidores y canchas han sido pisadas por estrellas como Rod Laver, Ken Rosewall, John Newcombe, Stan Smith, Arthur Ashe, Rafael Osuna y, Manolo Santana entre muchos otros, hacían sentir a ese joven de 21 años que estaba en una nube, en un sueño.

The Championships, como orgullosamente los ingleses llaman a su torneo, este año ha sido cancelado. Las toneladas de fresas con crema, las enormes cantidades de cerveza, de whiskey no se servirán; las largas filas para entrar al Club no se harán, ni los autos podrán estacionarse sobre el campo de golf de enfrente. El popular subway no abordará multitudes y lo peor de todo, no habrá emociones en el torneo de tenis más prestigioso y tradicional del mundo.

Ese joven nunca olvidará ninguna de sus varias visitas a Wimbledon como jugador, como comentarista y como invitado. Va a extrañar cada día de los 15 del torneo y no podrá repetir su sueño, al menos en 2020. Wimbledon es uno de los eventos más impactantes que existen. En 2020, Wimbledon se toma un receso con justificada razón, colaborando a que se continúe la lucha contra el Covid-19. Vamos Wimbledon..!

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