Todos los deportes que se practican en México, sin distinguir si es profesional, amateur o de fin de semana, se enfrentan —por lo general— con los mismos obstáculos: falta de instalaciones, poco o nulo apoyo por parte de sus federaciones y asociaciones, profesores con mucho entusiasmo, pero sin apoyo para capacitarse, altos costos de equipos deportivos y directivos con deseos de hacer las cosas, pero con falta notable de conocimiento para lograr objetivos reales que puedan ayudar a proyectar a nuestra disciplina.
Quiero poner un ejemplo de lo que pasa en el futbol, que es el deporte que más espacios utiliza en los diversos medios de comunicación y es el vivo ejemplo de lo que pasa en el resto de nuestro menú deportivo.
El balompié mexicano está bien estructurado desde los clubes de la Liga MX hasta las categorías juveniles y todas las demás divisiones que concentra, pero desgraciadamente los futbolistas mexicanos no tienen la oportunidad de alinear tan fácilmente en los primeros equipos porque los extranjeros llegan a ocupar los puestos estelares.
Es evidente que la mayoría de los futbolistas mexicanos carecen de oportunidades. Lo mismo sucede con los entrenadores y el talento mexicano, ya que los directivos no los dejan ejercer, porque prefieren traer a técnicos extranjeros. Mi opinión es que, si fuera muy bueno el jugador o el entrenador extranjeros, estarían en la Premier League o en la Liga de España, en la de Italia o en la Bundesliga, para darles algunos ejemplos.
¿Cuántos técnicos extranjeros han llegado al Tricolor y hacen el mismo papel que un mexicano?, ¿cuántos jugadores y técnicos se quedan en el anonimato por no contar con una oportunidad y cuántos técnicos, que ni conocemos, llegan y se van sin dejar escuela? Asimismo, ¿cuántos entrenadores hay que se dan el lujo de ir de un club a otro, bloqueando prácticamente a técnicos mexicanos que están preparados, pero sin oportunidades?
En el caso del tenis es lo mismo y los directivos, con el deseo de hacer algo diferente, contratan a personas con conocimientos mínimos que no contribuyen a un mejoramiento del deporte y que cumplen con el requisito de organizar clínicas de tenis, que —al final de cuentas— se convierten en guarderías que utilizan al deporte como entretenimiento y pasatiempo de los niños, pero de sacar nuevos valores, ni hablar.
Y así podríamos continuar comentando las similitudes que obstaculizan a los nuevos valores, sin oportunidades, con falta de profesorado capacitado, con directivos sin preparación y muy poco conocimiento de sus deportes, y es por todas estas similitudes que tenemos resultados en los que muy rara vez surgen deportistas mexicanos de excelencia, pero esto es por pura casualidad. ¡Vamos a prepararnos mejor…!