Desde hace muchos años, nuestro deporte tiene situaciones penosas, que van desde su organización y dirigentes hasta las pobres actuaciones de los deportistas en justas internacionales y el poco o nulo interés del Gobierno. Los planes sexenales fracasan, al no contar con administradores eficientes, ni con los presupuestos necesarios, ni con el mantenimiento de instalaciones deportivas, que son totalmente ineficientes y desactualizadas.
Nuestro deporte vive en una eterna confusión. Los planes sexenales, si es que existen, no se llevan a cabo con eficiencia, porque —según los federativos— el presupuesto que les otorga el Gobierno no es suficiente y los deportistas y entrenadores se tiran al piso para rogar que los apoyen. Los directivos prefieren utilizar ese escaso presupuesto para ir ellos a “representar” a México en las justas.
El Comité Olímpico Mexicano representa a nuestro país ante las autoridades olímpicas internacionales y las federaciones a nivel mundial. La Conade , encargada de los programas gubernamentales, otorga apoyos económicos y logísticos a las federaciones, pero —por lo visto— no les alcanzan o son mal administrados y terminan en enormes pugnas, olvidando los directivos que podrían generar apoyos y patrocinios de entidades privadas.
La forma en que se gobiernan las federaciones y las asociaciones de cualquier deporte en nuestro país es que están confundidas y —lastimosamente— se mandan prácticamente solas. Por su parte, las asociaciones estatales —a través de sus votos— son responsables de elegir a los dirigentes de una federación, por lo cual decimos que el problema no está arriba, sino que viene desde abajo, ya que se escoge a los amigos y no a personas aptas para el puesto.
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Las federaciones y las asociaciones empiezan a luchar por presupuestos gubernamentales y por la asignación de torneos nacionales e internacionales, por lo que —lamentablemente— olvidan que los clubes y entidades deportivas son la pieza más importante, de donde surgen los atletas, ya que son el semillero de futuros deportistas.
Tampoco olvidemos a los entrenadores mexicanos que han forjado figuras y emigran a otros países a triunfar, pero será un tema aparte. Desafortunadamente, los presidentes de federaciones o de asociaciones, en su mayoría, no son administradores del deporte, sino son personas que —no dudamos— desean beneficiar al deporte, al mismo tiempo que tienen algún interés, que bien puede ser el de ayudar a sus hijos y futuras generaciones a tener más oportunidades, a colaborar con los intereses de sus clubes, a proyectar su deporte a un mejor nivel, pero —en otros casos— desgraciadamente tienen intereses equivocados.
Comprendemos con dolor que México ya no es la potencia deportiva que fue y que ahora es fácilmente superada por muchos países de América Latina y hasta del Caribe. México era el referente en muchos deportes; hoy, se encuentra en medio de luchas internas entre directivos de varias federaciones, quienes están en el ojo del huracán a nivel internacional por violar reglamentos y por pisotear los intereses de los deportistas. Este problema tiene varias décadas y sigue empeorando.
¡Vamos! Es tiempo de que nuestros directivos se preparen y sepan administrar, que sepan sortear los desafíos, que identifiquen los problemas, que busquen soluciones y sepan planificar a largo plazo para operar nuestro deporte de manera eficiente. ¿Será mucho pedir?
luis@vamosdeportes.com