En cualquier competencia deportiva, por lo regular, los deportistas de países del primer mundo son los que destacan y obtienen los títulos, las medallas y los records y; de vez en cuando, se cuela uno que otro deportista de otros países que no pertenecen a la elite del primer mundo; cuando esto pasa sus logros se convierten en un suceso superlativo.
En nuestro país hemos contado con casos como el de Hugo Sánchez, Fernando Valenzuela, Joaquín Capilla, Julio César Chávez, Rafael Osuna, Felipe Muñoz, Pilar Roldán, Juan Botella y otros respetados nombres que han dado a México triunfos que han dado alegrías y orgullo a nuestro México. La misma situación pasa en otros países del tercer mundo.
De acuerdo a un análisis básico que me permito hacer, pienso que los países del primer mundo, como Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Italia y España , entre otros, toman muy en serio cualquier actividad institucional que realizan y, en estas incluyo al deporte. Empezamos porque los gobiernos de estos países les exigen a los directivos a que hagan un buen papel, les piden programas de trabajo, objetivos, y forma en la que utilizan el presupuesto; exigen cuerpos técnicos preparados, buena administración , comunicación, fomento al deporte en todos sus niveles y, lo más importante resultados.
De acuerdo a este análisis, he notado a lo largo de muchos años, que los resultados de nuestros países son fortuitos y gracias a las individualidades y deportistas que brillan por su talento y un esfuerzo fuera de serie. Esto nos da el resultado de que los gobiernos no realizan una eficiente selección de los dirigentes deportivos, que a su vez, con poco o mucho presupuesto, no saben distribuirlo de manera eficiente. Las federaciones, al menos en México, se vuelven intocables y sólo esperan recursos del gobierno y de los organismos deportivos internacionales, sin tener ningún programa de trabajo.
Quiero pensar que la gran mayoría de nuestros dirigentes deportivos tienen muy buena voluntad, que quieren mucho a su deporte, que desean tener logros importantes y deportistas destacados, pero al no estar debidamente preparados, carecen de herramientas para crear planes de trabajo, para fomentar su deporte debidamente; dejan de apoyar a los profesores, cuentan con una pobre administración, poca o nula comunicación con su gremio y, todo esto no es por falta de recursos sino que simplemente es falta de conocimiento.
En cualquier tipo de competencia disfruto mucho ver que los deportistas que son debidamente apoyados por sus directivos, con programas adecuados, con entrenadores preparados, con estrategias y objetivos claros, los resultados vienen casi en forma automática y el triunfo es de todos.
México es un país de grandes y talentosos deportistas y si tuviéramos directivos preparados y comprometidos, tendríamos mejores resultados. No dudo que existan algunos directivos entregados y comprometidos con su disciplina deportiva, pero si todos tuvieran cursos de capacitación en administración del deporte, México tendría seguramente mejores resultados y la promoción de nuestro deporte se ampliaría de manera sólida y, seríamos un país con destacados deportistas de manera consistente y no esporádica ni fortuita.
Vamos México y hagamos que nuestro deporte prospere.