La personalidad del serbio Novak Djokovic es cuestionable. Está claro que no es monedita de oro, siendo juzgado por el público a causa de todas las situaciones negativas que ha tenido en su carrera.
La más reciente fue por no vacunarse contra el Covid-19. Resultó juzgado duramente por el mundo al no hacerlo.
Se aclaró en Australia que el director del Abierto de ese país le había conseguido un “permiso especial”, el cual nunca existió, y el máximo ganador de Grand Slams fue vergonzosamente expulsado del país de Oceanía cuando él había recibido la luz verde por parte del Comité Organizador.
Djokovic siempre dijo que no quería vacunarse, punto.
Nole nunca ha sido el favorito de los “Tres Grandes”.
La primera razón es que Djokovic es ligeramente más joven que Roger Federer y Rafael Nadal, por lo que los empezó a desplazar paulatinamente. La gran mayoría de los aficionados defendían al suizo y al español con todo.
Federer, Nadal y Djokovic son tres gigantes del deporte, mediáticos, con millones de aficionados cada uno, pero el serbio siempre ha sido mal visto por su recia personalidad y conducta diferente.
Los controvertidos padres de Djokovic no ayudaban a Nole, pues siempre criticaban a Roger y a Rafa por cualquier razón.
No olvidemos que en la Guerra de los Balcanes, un conflicto étnico que duró más de 11 años (finalizado en noviembre de 2001), Serbia fue uno de los tristes protagonistas.
Hoy, cuando el mundo escucha la palabra “Serbia”, inmediatamente la identifica con violencia y crímenes contra la humanidad, por sus gobernantes de ese entonces.
La mayoría de quienes no quieren a Nole, irremediablemente lo asocian con la historia, el conflicto, con la violencia, cuando Novak Djokovic, su familia y su gente, sufrieron en carne propia los estragos de esta guerra.
Mientras tanto, Djokovic sigue superando sus propios récords en el tenis, continúa luchando por los jugadores para que ganen más dinero.
Con su esposa Jelena, edifica escuelas, ayudando a la gente en toda la zona maltratada por la guerra, sin importarles fronteras.
Su irreverente forma de ser le ha traído problemas, suspensiones, multas, abucheos y jugar con el público en contra, pero no le importa, siendo uno de los contados monstruos del deporte.
