Dwight Davis, excelente tenista y político, Gobernador de Filipinas, Secretario de Guerra de Estados Unidos y eterno luchador de las relaciones entre países, decidió —en 1900— realizar una competencia entre estadounidenses e ingleses. Junto con tres compañeros del equipo de la Universidad de Harvard, considerados entre los mejores tenistas de EEUU, hizo el reto a los ingleses, quienes reglamentaron este deporte.
Dwight Davis y su familia, de la alta sociedad en Boston, donaron una enorme Ensaladera de Plata, conocida como la Copa Davis. El exclusivo Longwood Lawn Tennis Club fue la sede del enfrentamiento entre los mejores tenistas británicos y estadounidenses, originando la competencia por países que ha sido un símbolo de unificación del mundo a través del deporte, al igual que los Juegos Olímpicos.
Han pasado 123 años de iniciada esta gran competencia, sumándose países como Francia, Bélgica, Italia, España, México y Argentina, entre muchos otros, generándose memorables batallas con un formato de cinco puntos: dos singles, un dobles y dos singles, en tres días de competencia. Partidos a tres de cinco sets... Formato hoy desaparecido.
La Copa Davis, joya de la corona de la ITF, está deteriorada y agraviada por la enorme comercialización, el crecimiento y la popularización del deporte. A últimas fechas, también por la falta de respeto a una competencia con orígenes sólidos, maltratada por directivos confundidos que ignoran su tradición y prestigio en muchas federaciones alrededor del mundo, las cuales conforman la ITF, olvidando que quienes compiten son los mejores jugadores del país, e ignorando que las federaciones están para apoyar a los mejores tenistas, que desean representar dignamente a su país.
El experimento Piqué-ITF, parece que se estructuró en Disneylandia. Cambiaron formatos, con premios exorbitantes para jugadores y federaciones, con un contrato a 25 años por alrededor de un billón de dólares, que estaba fuera de la realidad. Gerard Piqué no entendió la esencia de la Copa Davis y la ITF no midió las consecuencias, resultando un rotundo fracaso, aunado a una falta de respeto imperdonable a millones de fans y practicantes alrededor del mundo.
En México, el grave problema de los jugadores que decidieron no participar y la Federación es muy lamentable, pues además de ser derrotados en casa ante el equipo de China-Taipéi, el tenis mexicano confirma que ha perdido credibilidad, dejando de ser referente, siendo hoy noticia en medios internacionales, exhibiendo el distanciamiento que viven jugadores y federación. El México tenístico no es el mismo de antes, al haberle perdido el respeto a una de las competiciones más sagradas y tradicionales que existen.
Seguramente, se pueden imaginar —amables lectores— cómo se sienten los tenistas Copa Davis que representaron a México en batallas épicas contra muchos países, ahora viendo —desafortunadamente— lo que está pasando.