Durante estas semanas de noticias, sucesos inesperados, ansiedad, comunicación errática, reclamos, buscar culpables y darnos cuenta de nuestras limitantes en materia de cómo abordar un problema de esta magnitud — como sociedad —, quisiera compararlo a un encuentro deportivo, ya sea de conjunto o individual, en el que tenemos que resolver el problema, abordarlo y buscar estrategias para salir adelante.

En estos momentos de inestabilidad emocional, cuarentenas por motivos de salubridad, incertidumbre económica, es tiempo de reflexión y quisiera trasladarlo a fundamentos del deporte, aunados a la psicología, misma que ayuda a entender cómo ir encontrando soluciones durante un encuentro deportivo.

Comparemos cualquier actividad de cada uno de ustedes, mis queridos lectores, y cambiémosla a una cancha deportiva, de alguna disciplina de conjunto o individual, en donde nuestro adversario está atacando fuerte, enrachado, haciéndonos daño, ejecutando excelentes jugadas, haciéndonos fallar y no encontramos soluciones inmediatas ante el agobio.

Cualquier deportista de alto rendimiento busca la forma de retomar el juego, con diversas técnicas que han venido aprendiendo desde pequeños en sus entrenamientos y con sus diversos profesores. Lo principal es identificar el problema sobre la marcha, respirar para ayudarnos a pensar, jugar limpio, con buena conducta y carácter, que en la psicología del deporte es regresar a las bases, “get back to basics”.

Todo esto parece fácil, pero cuesta mucho trabajo. En el tenis, por ejemplo, observamos a Roger Federer , quien juega limpio, observa casi siempre una buena conducta y tiene un carácter férreo a la hora de jugar, al igual que Novak Djokovic y Rafael Nadal. Ellos dan un ejemplo de que pueden ejecutar gracias a su talento, aprendizaje y horas de entrenamiento. Con esto en mente, vemos que ellos regresan a sus bases, ajustan situaciones y ejecutan. No siempre ganan, pero ya están ganando con el solo hecho de competir, luchar y buscar el triunfo.

Por otro lado, existen deportistas que —a pesar de tener enorme talento— muestran sus frustrados esfuerzos con enojos y desatinos, dentro y fuera de la cancha, haciendo que sus actuaciones sean inconsistentes y no logren los objetivos.

En el libro escrito por dos autores dedicados a la psicología del deporte, como son Shields y Bredemeier (“Character Development and Physical Activity, 1995”), coinciden en que es muy difícil definir la buena conducta y el carácter, pero aseguran que jugar limpio, aceptando las reglas equitativas para ambos contendientes y con buena conducta, forjan el carácter de un ganador.

Con esto en mente, es hora de que actuemos sin enojos ni frustraciones, tratando de buscar soluciones que nos lleven a la derrota de este virus.

¡Vamos a encontrar soluciones!

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