Los vínculos personales afloran con mayor intensidad, cuando se convive en un confinamiento, llevamos meses así y el tiempo se nos hace eterno. Cuando pensamos que en unos meses sería -vía la vacunación y los medicamentos- posible terminar con la pesadilla del encierro -como capítulo de alguna serie- se nos viene encima otra temporada, con muchos episodios por ver.
Es como vivir me imagino, en un submarino o en una plataforma en medio del mar, como las de Pemex en Ciudad del Carmen, en la primera quién lo ha vivido sabe que por días ignora si llueve o está soleado; en la segunda, recuerdo a un amigo corredor que se preparó por meses en el espacio reducido de la plataforma marítima, bajando a tierra solamente 3 días en treinta.
Sus compañeros le llamaron El Loco, porque corría hasta 3 horas en una ruta no mayor a 200 metros y sin embargo Manuel Moncada, recuerdo que logró entrar, entre los 20 primeros en el Maratón de la Ciudad de México, en los noventa del siglo pasado.
Lo que Manuel me decía era que, el tema era vivir rutinas sencillas, desde levantarse hasta acostarse, en su caso, acudió sanamente al deporte y dedicaba tiempo al trabajo, pero también a ver la televisión y a leer. Se ponía retos, pues los desafíos focalizan nuestra mente y aprender en el confinamiento a asumir, que no siempre se tiene la razón y toca ceder.
Hoy en día esparcidos en distintos lugares, cuando tratamos de pensar con frescura, sabemos que es complicado dar con las ideas que nos apoyen para lidiar con el futuro, convirtiéndolas en proyectos creativos que impulsen la agilidad, esperemos sin confundir el incrementarla a través de procesos innovadores sistemáticos y no asumiendo que con despedir colegas, somos más ágiles.
Desde luego, propiciarlas no es el resultado de pura voluntad, sino de una ejecución disciplinada que promueva la flexibilidad.
Lo que se necesita es apoyarse en una técnica depurada, que agilice la consecución de resultados efectivos, en esa línea de pensamiento, no hay reunión de reflexión estratégica, en la que, en algún punto de la conversación, no se nos invite a los asistentes a "pensar fuera de la caja" Asumiéndola desde el Consejo de Administración y no delegando a niveles en los que los resultados pudieran ser paupérrimos.
Esa convocatoria conlleva el tratar de despojarse de ataduras e inhibiciones, puesto que sólo así se está en mejor disposición, para lograr soluciones distintas, a las que se pueden ofrecer con la óptica de la sabiduría convencional.
El tema a entender es, cuáles son los bordes que delimitan el contorno, tal vez se trate del conocimiento del grupo; las experiencias previas; las formas convencionales y desde luego el miedo a lo desconocido.
El conocimiento y la experiencia son herramientas de utilidad, ante desafíos dentro de modelos sociales e institucionales, conocidos como los que hemos vivido hasta el presente, sin embargo, para ir delineando el ejercicio para los años siguientes, será imprescindible afrontar la realidad marcada por los nuevos escenarios, para los que el discernimiento previo pudiera hoy en día, no ser suficiente, tomemos en cuenta en la ecuación, los otros dos elementos que determinan el perímetro; los convencionalismos sociales y los propios paradigmas, de quienes asumen responsabilidades.
No sería ilógico detenerse a puntualizar, que los cuatro conceptos mencionados, pudieran actuar como auténticos frenos del cambio, en el camino de la exploración de soluciones, que aportan una innovación disruptiva, invitaría a que nos detengamos en la agenda personal y de la organización, a la que tenemos que hacer frente; entre otros, la política económica del Gobierno -que nos para los pelos de punta-, la Cuarta Revolución Industrial, la competencia, las limitaciones propias para ser más ágiles, el entorno del mercado nacional e internacional.
Valdría la pena hacer ejercicios personales y organizacionales para enderezar el pensamiento, procurando dejar atrás nuestras convicciones, buscando, en el intento, generar respuestas que sean distintas, a las que hemos pensado tradicionalmente y así confrontar nuestra manera de encarar el futuro, entendiendo que cuando hacemos estrategia, estamos apoyados en nuestra forma de pensar.
Será importante estimular el salirse de la caja, para proponer caminos distintos, y me cuestiono: ¿Entenderemos que con audacia pudiéramos salirnos de lo habitual, para provocar algo diferente? Valdría la pena responderlo. En el confinamiento pensar libremente en propuestas de cambio, es una oportunidad para aprender, reflexionar y crecer individual, así como colectivamente, no hay de otra diría, mi querido papá: “Mi hijo: No hay más cera que la que arde”.
Wu 552300 4668